La pasividad y complicidad con que los gobiernos de los sexenios anteriores dejaron crecer una serie de problemas, delitos en su mayoría, como el robo de combustibles, de los cuales con seguridad obtuvieron beneficios, llevó a una situación de anomia.

De acuerdo con Ivonne Acuña, politóloga de la Universidad Iberoamericana (Uia), dado que en el país los robos, asaltos, violaciones, secuestros, extorsiones, mutilaciones, decapitaciones, asesinatos, propios de situaciones límite como las guerras, se han convertido en noticia de todos los días, se puede afirmar que en México se enfrentan situaciones límite como resultado de la anomia producida desde el mismo Estado.

La académica expone que durante el anterior sexenio, en numerosas ocasiones, tanto el gobierno federal como los medios de comunicación dieron cuenta del fenómeno del robo de combustibles sin que se informara, al mismo tiempo, de una estrategia eficaz para terminar con el problema.

Las constantes imágenes de pobladores recolectando el combustible con cubetas y todo tipo de recipientes terminaron por crear en la ciudadanía la percepción de que se trataba de hechos cotidianos incontrolables en los que las bandas del crimen organizado, autoridades y policías federales, estatales y municipales, así como la población misma, participaban de este ilícito sin que se pudiera evitar.

La recolección se convirtió en un comportamiento normalizado para los pobladores que por hambre, desesperación o sentido de oportunidad acudían, sin ningún prurito moral, pero, sobre todo, sin ninguna precaución, a robar el combustible que salía a borbotones de los ductos.

En su análisis, la académica plantea que las actividades delictivas propiciadas no sólo por el crimen organizado sino directamente por miembros de los tres niveles de gobierno, así como el amplísimo margen de impunidad que impera en el país, crearon una situación de anomia.

Esto es, ante la falta de reglas claras y de directrices que señalen quién debe hacer qué y de las sanciones que se deben aplicar en caso contrario, se ha creado en México el caldo de cultivo perfecto para que cualquiera se sienta en libertad de transgredir el orden establecido.

La anomia es un concepto propuesto por el sociólogo francés Emile Durkheim, hacia finales del siglo 19, primero en su obra La división del trabajo social (1893), en la que sostuvo que un Estado sin normas hace inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial integración.