México se ubica en las últimas posiciones de las naciones miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) por su inversión en ciencia, tecnología e innovación, inferior a 1 por ciento del producto interno bruto (PIB), pero también por la baja tasa de participación de la iniciativa privada en el financiamiento del sector, pues se estima que sólo aporta 21 por ciento del total de fondos que se destinan para investigaciones de ciencia, tecnología e innovación.

En un análisis del Foro Consultivo, Científico y Tecnológico (FCCyT) se advierte sobre los desafíos que enfrentará el país ante los inminentes impactos por el cambio tecnológico y las transformaciones que impone la llamada revolución tecnológica 4.0, tanto en la generación de nuevos conocimiento como en el mundo laboral.

En el documento Inversión para la Ciencia, Tecnología e Innovación en México, elaborado por la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión, que opera el FCCyT, destaca que las empresas en México deberían incrementar su participación (en la inversión para el desarrollo del sector), ya que aumenta la probabilidad de innovar y acrecentar su competitividad.

Sin embargo, destaca que nuestro sistema de libre empresa tiene una inversión en actividades de invención e investigación muy por debajo del nivel considerado ideal. Las razones son varias: es arriesgada, sólo les es posible apropiarse de una parte de sus resultados y existen problemas de coordinación e información asimétrica.

El FCCyT insiste en que para alcanzar mayores beneficios es necesario que en México se eleve el nivel de inversión tanto pública como privada para el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Agrega que la baja capacidad tecnológica e innovadora de la nación, ante un proceso internacional acelerado, ha limitado la creación de ventajas competitivas dinámicas y ha determinado una modalidad de especialización productiva y comercial, tanto por tipo de bienes como por fase del proceso de producción, que incorporan un reducido valor agregado tecnológico.

En tanto, el reporte Perspectiva de la OCDE en ciencia, tecnología e innovación en América Latina 2016 alerta que frente a los acelerados cambios que se viven en la forma en que se hace y concibe la ciencia, así como los campos de investigación y sus repercusiones en el planeta y sus habitantes, los problemas relacionados con el financiamiento del sector cambiarán.

Tras reconocer que es poco probable que en la mayoría de los países aumente el gasto público que destina a ciencia, tecnología e innovación, destaca que la ciencia pública deberá encontrar otras fuentes de financiamiento, incluso de filántropos y fundaciones privadas, lo cual causará un efecto sobre los objetivos de la investigación y el desarrollo que genere la ciencia pública.