El Maricahi Zacatecano y la OSM acompañaron a esta dinastía en el Auditorio Nacional
Viernes 18 de enero de 2019, p. 6
En un Auditorio Nacional rebosante en sus localidades, Ángela Aguilar, con el respaldo de su hermano Leonardo y su padre, José, todos con el fondo musical proporcionado por la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM) y el Mariachi Zacatecano y bajo el amparo de una causa noble, la Fundación Comer para Crecer, desgranaron su arte por poco mas de 120 minutos.
Ángela, menuda intérprete, de apariencia frágil pero poseedora de una potente y bien educada voz, arrancó los primeros aplausos cuando abrió la velada con su versión de La llorona; le imprimió variados matices a la clásica, soltando –como lo hizo en sus otras tres oportunidades– un sostenido falsete muy bien recompensado por la galería.
Cielo rojo también fue marco para que la chavala, a quien los que de esto saben le auguran una exitosa trayectoria, se luciera, y para el cierre del programa, a dúo con su progenitor y luego sola, y ya con atuendo distinto al rojo estilo Pompadour con el que salió al principio, fue despedida con esa de Y la chancla que yo tiro no la vuelvo a levantar.
Selecto repertorio
Y así, de amor y desamor como la tónica que marcó la audición, desfilaron por el escenario el hermano Leonardo, jovencillo también, quien canta con entusiasmo, y el padre, muchísimo más conocido con el apelativo de Pepe, sacó lo selecto del repertorio y entonces, los mayores, que fueron mayoría en las butacas, justificaron sus expresiones de asombro luego de sus interpretaciones de El rey, Esclavo y amo, temas juangabrielescos y otros populares de hace una treintena de años.
Ni falta hace decir de la calidad de la OSM. La agrupación, auspiciada por ingenieros y bajo la batuta de Enrique Patrón de Rueda, se ha situado como de lo mejor en el ámbito nacional, pero lamentablemente el público respondió con tibieza a sus espléndidas interpretaciones de Sones de mariachi, Danzones de Lara, El danzón de Márquez y el infaltable Huapango.