Ciudad Isla, Ver., Alejandro tiene cuatro años de edad: ríe, corre y no deja de jugar con otros niños que avanzan con sus familiares en la primera caravana de centroamericanos que se dirige rumbo a Estados Unidos.

Aunque el pequeño salvadoreño no sabe dónde está ni hacia dónde va, dice que ya está cansado y quiere regresar a casa. Junto con su madre, Elizabeth Gutiérrez, forma parte de los miles de migrantes que iniciaron este viaje el 12 de octubre en San Pedro Sula, Honduras.

Se calcula que en el contingente participan más de cinco mil personas, entre ellos más de mil menores de edad y junto con las embarazadas son el sector más vulnerable, indicó Édgar Corzo Sosa, quinto visitador de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Refirió que uno de los problemas de este contingente es la mala alimentación, pues aunque se hace todo para que no pasen hambre, no siempre es la más adecuada, porque se ajusta a las posibilidades de las comunidades por donde pasan.

Los coordinadores señalaron que hay al menos 23 embarazadas en la caravana y entre ellas algunas no acuden a atención médica, a pesar de que hay módulos, además de que van menores que tienen entre tres y cuatro meses de nacidos, a quienes sus madres les dan leche materna, pero ellas no se alimentan bien.

Respecto de la situación que viven los niños, el funcionario apuntó que en el camino en ocasiones padecen deshidratacion y desvanecimiento o están llorando por el impacto de la migración.