La capital de la IV República
a cuarta República tendrá la misma capital de la primera, segunda y tercera. Ciudad de México ha sido elogiada por su magnificencia en siglos pasados. En los anteriores 50 años ha crecido incontrolablemente. Hoy su grandeza es la de sus problemas que llegan a inspirar horror. Dentro de sus mil 500 kilómetros cuadrados habitan poco más de 9 millones de personas y con la zona conurbada llega a 25 millones.
La capital del país tiene una gran relevancia que destaca frente a los demás estados. Tan sólo esta entidad aporta 16.5% del PIB. Desde tiempo inmemorial han existido conflictos entre la autoridad nacional y el gobierno capitalino. Es probable que se remonten hasta la época prehispánica. De lo que no hay duda es que este conflicto se mostró con claridad en la época colonial.
Ya en el siglo 19 esta competencia se incrementó y en 1929 el general Obregón cercenó la autonomía de cuajo. Convirtió a la capital en un departamento de la administración federal y su dirección estaba a cargo de un funcionario nombrado directamente por el Presidente de la República.
Con el paso del tiempo y con una identidad propia, los capitalinos comenzaron a exigir una mayor autonomía de su ciudad. El primer plebiscito ciudadano fue en 1993. En 1996 se les autorizó elegir a sus autoridades, comenzando por el jefe de gobierno.
Los enemigos de la capital temían que la emancipación de Ciudad de México fuera el principio de la caída del sistema priísta. En cierta forma tenían razón. Y cuando se permitió votar a los habitantes del entonces Distrito Federal, éste se convirtió en la primera derrota decisiva del régimen priísta (1997).
En 2018 el panorama es totalmente distinto. Por primera vez en su historia el gobierno de la hoy Ciudad de México tendrá su propia Constitución y un Congreso local. Los ciudadanos han elegido a una mujer como jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, que tiene frente a sí grandes problemas como la inseguridad, la erosión del tejido social y la impunidad, que han creado un aumento de violencia que tiene hundida a la capital en el momento más sangriento de su historia. Los nuevos líderes tendrán que enfrentar con energía los grandes problemas si aspiran a crear una novísima grandeza de la capital.
Colaboró: Mario Antonio Domínguez
Twitter: @ortizpinchetti