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Caminata migrante

Cumbre en Tlatelolco

Madres de desaparecidos abogan por el derecho a migrar
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▲ Miembros de la caravana abordan camiones de carga, ayer en Donaji, Oaxaca, en su trayecto hacia Estados Unidos.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de noviembre de 2018, p. 4

De la Cumbre Mundial de Madres de Migrantes Desaparecidos que inició ayer en Tlatelolco, con delegaciones procedentes de Centroamérica, México, el Magreb y África Subsahariana, se espera que surja una red global que articule esfuerzos de búsqueda, denuncia y presión a los gobiernos que, con políticas negligentes en materia migratoria y de derechos humanos, contribuyen a la continuación y multiplicación de estas tragedias.

Madres y hermanos de 10 colectivos de buscadores de personas desaparecidas en México dieron la bienvenida a las delegaciones de otros países que viven pérdidas similares. Aquí no son extranjeros, son nuestros hermanos, sean bienvenidos a nuestra tierra, aunque el país sea también una enorme fosa común, saludó el guerrerense Mario Vergara, fundador de Los Otros Desaparecidos, de Iguala.

María Herrera, la michoacana que busca a cuatro hijos, figura emblemática entre los colectivos de buscadores, expresó que el gobierno saliente se va con la marca de no haber hecho ni siquiera lo más básico contra la desaparición forzada, facilitar que los miles de restos encontrados y rescatados en infinidad de fosas comunes o clandestinas puedan ser identificados. En cuanto al nuevo gobierno dijo: Quizá tenga las mejores intenciones. Falta ver si lo dejan.

El abogado argelino Kosalia Zer­guine, quien representa a unas 500 mujeres de hijos migrantes desaparecidos en ese país y la vecina Túnez, asentó que el sentido de esta cumbre es reafirmar que en ningún lugar del mundo nadie debe sentirse solo en su lucha.

En sesión plenaria, las participantes se presentaron. En árabe, español o francés, tunecinas, guatemaltecas, senegalesas, hondureñas, mauritanas o salvadoreñas, se hermanaron al mencionar a sus hijos o hermanos desaparecidos, al recordar la última llamada, la despedida y los años de búsqueda y espera.

Así, Farouk y Muna, matrimonio tunecino, contó cómo su hijo Abdullah, junto con 36 jóvenes, se embarcaron hacia Sicilia. Tienen pruebas de que llegaron a buen puerto, pero después se desvanecieron. El gobierno italiano se ha negado a ayudar en la investigación de su paradero.

Muy parecida a la historia de Marco Antonio Amador, de Tegucigalpa. Su madre María Elizabeth Martínez, asidua de las caravanas del Movimiento Migrante Mesoamericano, sabe que su hijo llegó a Laredo, pero no ha vuelto a saber nada. El gobierno mexicano tiene desde años un expediente abierto, pero no ha dado resultados. O el de la nicaragüense Aminta Bustillo. O el de la guatemalteca María Hernández Torres. O tantas otras.

En casi todas las intervenciones se escuchó la defensa universal del derecho a migrar. Una madre de Túnez, gestora de una organización que representa a más de 400 mujeres buscando a sus hijos, explicó el impulso que mueve en el mundo actual los flujos migratorios en todo el planeta: Porque en todos lados hay jóvenes que, desde su realidad de pobreza y falta de oportunidades, quieren conocer otra vida. Y cuando tienen esos sueños nada los para, como yo no pude parar a mi hijo: ni una Europa que cierra sus puertas, ni nuestros gobiernos mafiosos, ni las políticas migratorias asesinas.

El fraile franciscano Tomás González, director del albergue La 72, en Tenosique, Tabasco, definió el trabajo de las madres de migrantes desaparecidos como punta de lanza de todos los movimientos por los derechos humanos, porque nos han enseñado que la lucha se hace a pie, a ras de la tierra, cruzando fronteras y mares, buscando justicia y un cambio en las políticas migratorias letales de los gobiernos.