Chilpancingo, Gro., El obispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Mendoza Rangel, dio a conocer que reanudó pláticas con líderes de grupos de la delincuencia organizada y se reconcilió con el gobernador Héctor Astudillo Flores con la finalidad de buscar la paz en la entidad.

Entrevistado en esta capital, señaló que el clero católico tiene una autoridad moral sobre las personas; estamos en Pandoloma, Pueblo Viejo, Campo Morado y la parte oriental, como El Tejoruco. Estamos en todas partes.

Añadió que estamos platicando con los señores del narcotráfico. Ya se había logrado una tregua, pero desgraciadamente se rompió. Estamos buscando la forma en que se restablezca el transporte en Filo de Caballos, pero el problema es que los maestros, estudiantes y médicos no pueden bajar o subir, y las mujeres embarazadas también tienen problemas. Esta guerra estéril de los grupos antagónicos está causando más pobreza e inseguridad, y la gente está sufriendo. Los políticos, los diputados, tienen esta misión, pero no es fácil, porque en la construcción todos debemos poner nuestro granito de arena.

Destacó que la población le solicita que junto con sacerdotes y monjas trabaje en favor de la paz. Por lo pronto contamos con 135 sacerdotes, con 100 parroquias en (las regiones de) la Montaña y la Sierra, y la gran labor que han hecho es estar junto a la gente.

Rangel Mendoza aseguró que más allá de su distanciamiento con Astudillo Flores, la administración estatal está de acuerdo con lo que estamos haciendo, y vamos a continuar con esta labor pastoral. Ahorita lo que importa es tranquilizar al estado.

Aseguró que tiene buena relación con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, quienes me han expresado que están muy de acuerdo en lo que se está haciendo en Guerrero y quisieran replicarlo en otro lugar. Yo vi al señor López Obrador hace tres semanas en Monterrey y me invitó a que tengamos una charla. Hay química con el nuevo gobierno.