s contrastada la valoración hecha por los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá del convenio comercial trilateral que sustituirá al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que ha sido dado a conocer como Acuerdo Estados Unidos, México, Canadá (Usmca, por sus siglas en inglés).
El presidente estadunidense, Donald Trump, lo calificó del convenio más importante
en la historia de su país porque, dijo, significa muchos más trabajos estadundienses, empleos de alta calidad
. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, admitió por su parte que Ottawa debió realizar concesiones difíciles
y se apresuró a ofrecer compensaciones a los productores de leche, afectados por la apertura del mercado de Canadá a las exportaciones de Estados Unidos.
El presidente Enrique Peña Nieto afirmó, en tanto, que el nuevo acuerdo cumple con las expectativas
de los tres socios y permitirá profundizar la integración productiva de América del Norte y consolidarla como una de las más competitivas del mundo
.
De su lado, el próximo sucesor de Peña, el mandatario electo Andrés Manuel López Obrador –cuyo equipo de trabajo participó en las negociaciones– destacó que el nuevo convenio garantiza la soberanía nacional sobre el petróleo y la industria eléctrica, permitirá una mejora paulatina de los trabajadores de la industria automotriz y generará certidumbre financiera y equilibrios macroeconómicos.
Sin embargo, diversos sectores en México han señalado serios incovenientes introducidos por el Usmca para la economía nacional. Aunque el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, dijo que el tratado permitirá un incremento de 50 por ciento de las exportaciones nacionales y la generación de empleos con valor, advirtió que se reducirá a la mitad la industria automotriz instalada en México, pues ésta tendrá que atenerse a la regla de integración de un 25 por ciento de autopartes fabricadas en zonas donde los salarios sean de 16 dólares por hora y que contenga 15 por ciento en diseño e innovación.
Subsiste, asimismo, inquietud por la nueva apertura comercial mexicana en el mercado de productos agrícolas.
Resulta particularmente desolador que, pese a las palabras amables en torno al fin de la negociación, el gobierno del país vecino haya decidido mantener en el contexto del comercio trilateral los aranceles que impuso hace unos meses en forma unilateral a las importaciones estadunidenses de acero y aluminio. El hecho de que siga sin saberse si esas medidas proteccionistas serán levantadas o no antes de la firma del nuevo acuerdo, prevista para noviembre, constituyen un gesto de hostilidad comercial innecesaria que obliga a moderar las expectativas en torno al futuro del Usmca.
Sin duda, sería improcedente intentar un balance de la renegociación del marco comercial de América del Norte antes de que ésta entre en vigor; en todo caso, no parece haber motivos a la vista para echar las campanas al vuelo. En el curso del año próximo podrán observarse con mayor precisión los efectos del Usmca en la economía nacional y será entonces cuando se pueda tener un juicio fundamentado.