Juchitán, Oax., La noche del terremoto, hace un año, Ángel Sánchez Santiago salió de su casa y fue en busca de sus hijas, al cruzar por el centro de la ciudad vio el palacio municipal destruido, bajó la mirada y observó la bandera nacional entre los escombros, la recogió, la puso sobre una vara y la colocó en señal de fuerza.

Esa acción fue calificada de heroica y don Ángel se volvió ícono de los juchitecos. Sus amigos aumentaron, pero ahora vive en un albergue junto con sus seis nietos y otros cinco integrantes de la familia.

Con el siguiente sismo, del 23 de septiembre, de magnitud 6.1, se colapsó su casa ubicada en la séptima sección. Ahora está en espera del apoyo para la reconstrucción de su vivienda, prometido a partir del segundo censo de marzo pasado, pues durante la emergencia no lo tomaron en cuenta y nada recibió.

Ángel fue contratado como herrero y se integró a la tarea de reconstrucción en una primaria, donde hace puertas, con horario de 8 a 20 horas. Toma el cincel y comienza a soldar, confiesa que no es fácil volver a empezar.

Con lo que le pagan inició la autorreconstrucción de su vivienda, ha invertido 40 mil pesos, pero aún le falta mucho, no tiene techo y le preocupa cómo afrontará los meses siguientes, porque en lo que resta de septiembre se pronostica lluvia y de octubre a diciembre comienza la temporada de fuertes vientos.

Respecto del segundo censo que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y el gobierno de Oaxaca realizaron en Juchitán en marzo, don Ángel ve lejos que el recurso llegue, porque hay más de 5 mil damnificados.

Se pierde la esperanza de que llegue el dinero del segundo censo, por eso estoy de pie y trabajando, así somos los de nuestra raza, el juchiteco es una persona fuerte, ya lo hemos vivido en diferentes episodios de la historia, en la batalla de Juchitán del 5 de septiembre, por ejemplo, y ahora con el terremoto, dijo.

Bajo lonas y techo de lámina

Ángel y su familia aún permanecen en un refugio construido con láminas y lonas porque espera juntar dinero de su trabajo y poder reconstruir su casa. Hoy vivimos en refugios temporales, pero eso no es definitivo. En mi caso tengo manos y estoy trabajando, dijo.

Ahora, cada vez que pasa por el sitio donde colocó la bandera, aquel jueves 7 de septiembre de 2017, derrama unas lágrimas, se acuerda del policía muerto entre los escombros del mercado y que rescataron al segundo día del terremoto y también de los miles de damnificados que dejó el temblor, ocurrido 10 minutos antes de la medianoche.

De la bandera ya no supo nada. piensa que cuando recogieron los escombros se la llevaron. Pero la foto donde aparece izándola dio la vuelta al mundo y ha recibido muchas felicitaciones. Juchitán siempre estuvo de pie, porque es un pueblo que no se rinde nunca, remata.