Nahuas de Tlanixco luchan por el agua que les pertenece
os manantiales y ríos de San Pedro Tlanixco, municipio de Tenango del Valle, estado de México, pertenecen a los nahuas, quienes, paradójicamente, sólo reciben el vital líquido una vez a la semana o cada 10 días. No hay para el mínimo uso doméstico, mucho menos para la siembra.
Más de 18 años tienen los indígenas de Tlanixco defendiendo sus derechos territoriales sobre las aguas que nacen en su localidad. En 1999, explica Carlos González, abogado de la comunidad, la Asociación de Usuarios de Riego de Villa Guerrero, representada por el empresario floricultor Alejandro Isaac Basso, obtuvo una concesión sobre las aguas superficiales del río Grande o río Texcaltenco, que dejó a la comunidad sin posibilidades de tomar una gota de agua del afluente. El primer amparo contra esta disposición se metió en 2001, pero en 2003 se desató una fuerte cacería de brujas en la comunidad que terminó con el encarcelamiento de seis defensores del agua, quienes fueron condenados a penas de entre 50 y 54 años de prisión, acusados de dar muerte al empresario Basso.
Siguieron procesos jurídicos plagados de irregularidades contra los seis nahuas; mientras, los floricultores continuaron explotando los ríos y manantiales, motivo por el que en abril de este año la defensa jurídica volvió a meter un amparo para que se respeten los derechos de la comunidad. La batalla no ha sido fácil, pues el Estado ha favorecido a los usuarios de riego de la comunidad vecina, lo que se explica por sus vínculos con el Grupo Atlacomulco y con el ex gobernador mexiquense Arturo Montiel.
La represión y constantes amenazas mantuvieron a la gente ocupada en la lucha por la liberación de sus presos, pero han vuelto a reorganizarse. Hoy, explica el abogado, la batalla es contra la asignación (no concesión) de una captación de agua que se otorgó en 2009 directamente a Villa Guerrero. Una concesión es para particulares, y la asignación es para instancias o dependencias públicas. En total les asignaron 1 millón 500 mil metros cúbicos al año de unos manantiales conocidos como La Estrella.
La lucha es legal y pacífica, pero la gente no está dispuesta a dejarse. Es su agua.