Miércoles 1º de agosto de 2018, p. 26
Nueva York
El ex jefe de la campaña electoral de Donald Trump se sentó ayer en el banquillo de los acusados en un tribunal en las afueras de Washington, al comenzar el primer caso llevado a juicio por el fiscal especial Robert Mueller, mientras el nuevo abogado del presidente calificó de traidor
a Michael Cohen, ex abogado personal del magnate. En otro frente, Trump también abrió fuego contra los colosos conservadores más poderosos del país.
Paul Manafort, quien fue el jefe de la campaña electoral de Trump durante meses en 2016, fue acusado por fiscales –al comienzo de su juicio– de fraude bancario y tributario al ocultar y trasladar decenas de millones de dólares que ganó de sus clientes políticos pro rusos en Ucrania.
Con ello empezó el primer juicio como resultado de la investigación de Mueller sobre la mano rusa en las elecciones estadunidenses. Aunque este caso no está directamente relacionado con Trump, los intereses políticos y de negocios de Manafort y sus socios con Rusia podrían salpicar de alguna manera al mandatario.
Los fiscales presentarán unos 35 testigos, entre ellos Rick Gates, ex colaborador de Manafort que se volteó
para testificar en su contra a cambio de una reducción de su posible pena de cárcel. La mano de Mueller será fortalecida si logra condenar a Manafort.
Ahora riñe con los hermanos Koch
En otro frente, Trump, después de enterarse de que en una reunión convocada por los hermanos multimillonarios Koch sus políticas de comercio y el manejo del gasto federal del actual gobierno fueron criticados, declaró ayer que estos colosos republicanos son un chiste total en los círculos republicanos reales
.
En una serie de tuits acusó que los hermanos Charles y David son globalistas
y se oponen a fronteras fuertes y comercio poderoso
. Concluyó que nunca busqué su apoyo, porque no necesito su dinero ni sus malas ideas
. Añadió: “Yo soy por América primero y por el trabajador americano –títere de nadie”.
Los Koch, conservadores libertarios y dueños del conglomerado Koch Industries, nunca apoyaron a Trump (aunque su vicepresidente, Mike Pence, es cercano a ellos) durante su campaña presidencial en 2016, pero sus redes políticas incluyen organizaciones que operan tanto en la base como en la cúpula, con presencia en más de 36 estados, y suelen invertir cientos de millones de dólares en apoyo de campañas. Eso los convierte posiblemente en el poder conservador más formidable del país.
Este conflicto preocupa a los estrategas republicanos –por lo mismo deleita a los demócratas–, ya que exhibe y abre aún más las divisiones internas que podrían debilitar al partido no sólo en las próximas elecciones intermedias de este año, sino el intento de relección de Trump en 2020.
En otro flanco de la guerra política incesante de este régimen, se intensificó la creciente disputa con Michael Cohen, ex abogado personal de Trump. El actual litigante personal de Trump, el ex alcalde y asesor político Rudolph Giuliani, calificó ayer a Cohen de traidor
y lo comparó con Brutus y Iago (no se sabe si eso implica que piensa que Trump es César u Otello).
Tienen a un hombre verdaderamente malo ahí
, declaró Giuliani a CNN. Hace días acusó que Cohen ha estado mintiendo toda la semana, ha estado mintiendo durante años
, aunque en mayo lo defendió afirmando que Cohen es un abogado honesto y honorable
.
Y es que Cohen ha dado señas de que está considerando cooperar con investigadores que están examinado posibles vínculos entre gente de Trump y los rusos. La semana pasada los abogados de Cohen filtraron la grabación de una conversación de su cliente con Trump discutiendo un pago para acallar a una ex modelo de Playboy sobre sus supuestas aventuras sexuales con el magnate.
Además, se ha reportado que Cohen tiene información de que Trump estaba enterado de una reunión con rusos en sus oficinas durante la campaña –todo lo cual había sido tajantemente negado por Trump.
Para no variar, el presidente continuó culpando a los medios de falsa información de todo.