Recuento de daños
Miércoles 4 de julio de 2018, p. 14
El desastre electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI) podría alcanzar dimensiones bíblicas por la cantidad de derrotas acumuladas –mucho mayores a las de 2000– del otrora instituto hegemónico: a la pérdida de la Presidencia se suma que su bancada en San Lázaro pasará de 203 a 45 escaños, es decir, 158 menos, y en el Senado se reducirán de 52 a 13, o sea, 39 curules menos. Eso sólo en el plano federal.
En términos porcentuales, su candidato presidencial, José Antonio Meade, alcanzó, según el Programa de Resultados Electorales Preliminares, 7.4 millones de votos. Esto significa que perdió 11.8 millones de sufragios en sólo seis años, equivalente a 63 por ciento de lo alcanzado en 2012 (19.2 millones), cuando el partido regresó al poder.
La derrota alcanza dimensiones de catástrofe en el ámbito estatal: al perder Yucatán, el tricolor ya sólo gobernará 13 entidades. Cuando el PRI cedió por primera vez la Presidencia, en 2000, preservaba 20 gubernaturas, que le permitió contrapesos necesarios con Vicente Fox mediante la creación de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
Sin embargo, incluso en las entidades donde mantiene el Poder Ejecutivo, el PRI resentirá la derrota, porque en una importante cantidad perderá el control del Congreso, comenzando por la joya de la corona que aún mantiene: el estado de México. De 25 distritos obtenidos en 2015 (en la entidad natal de Enrique peña Nieto) ahora sólo ganó uno: Valle de Bravo. Es el escenario que enfrentará el gobernador Alfredo del Mazo.
No sólo en el otrora bastión tricolor el gobernador tendrá que lidiar con la mayoría opositora, pues además perdió el control del Congreso en Oaxaca, donde sólo ganó un distrito –frente a 16 que tenía–, para complicación de Alejandro Murat. En Hidalgo, Omar Fayad pasó de tener un legislativo con 10 curules priístas, a un escenario de un solo distrito, y Colima se quedó con sólo dos distritos y conferirá el control a Morena.
En Guerrero el legislativo también estará dominado sustancialmente por la oposición; en Sinaloa sólo ganó tres distritos, escaso respaldo para el gobernador Quirino Ordaz. En Sonora Claudia Pavlovich gobernará con un solo distrito en el Congreso. Menos adverso, pero sin evitar la minoría, en Zacatecas el PRI cederá el control a la oposición.
Del saldo rojo del PRI apenas lograron salvarse algunas entidades, como Campeche, donde el tricolor tendrá presencia importante pero lidiará con una oposición en conjunto mayoritaria. En suma: de 13 gubernaturas, en ninguna el PRI mantendrá el control absoluto.
La correlación de fuerzas en el ámbito municipal completa el escenario dantesco del PRI: de 24 capitales que estuvieron en juego, el PRI sólo ganó cuatro: Campeche, Oaxaca, Chetumal y Saltillo. Este retroceso en el poder municipal del PRI tiene otra vez en el estado de México una de sus expresiones más agudas, pues Valle de Bravo será ahora uno de los municipios más importantes bajo su gobierno, tras la derrota en Toluca y casi en toda la zona conurbada de la entidad.
La derrota en el plano federal, estatal y municipal constituyen la más grande en la historia del PRI, cuya recuperación será aún más complicada que en 2000 por la pérdida de espacios en los poderes ejecutivos. Un saldo que sólo confirma el consistente declive tricolor desde 2016, poco después de que se conocieron los escándalos de corrupción de la Casablanca y en los gobiernos de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo, principalmente.