La concordancia de Sheinbaum
Los golpes bajos de Barrales
Andrés Manuel es el mensaje
Ricky Ricón sí era buena onda
s inútil negarlo: la columneta tiene más atraso en sus comentarios que el tabloide llamado La voz del Agua, que según datos encontrados en el Antiguo Testamento (Génesis 7: 2) en su edición del día quinto del segundo mes del año 600 aC, publicaba en su primera plana insistentes rumores sobre una fuerte llovizna con la que Jehová pensaba dar un sustito a su pueblo, cuya conducta no lo tenía del todo satisfecho. De inmediato, la vocería y los medios afines al patriarca Noé acusaron a los llamados miembros del círculo rojo de promover una labor de desestabilización y de dar inicio a una campaña intensiva de fake news. Sólo cuando el día 17 del segundo mes del año mencionado, 600 aC, comenzó una pertinaz llovizna, las noticias ya pasadas de moda comenzaron a flotar sobre las aguas y demostraron que, a veces, lo que se pierde en oportunidad se gana en certidumbre.
Ustedes comprenderán que el párrafo anterior no es sino una bola de humo para tratar de distraer su atención sobre mi incapacidad de ir al día en el remolino de acontecimientos en el que estamos inmersos; por eso sin más, regresemos al punto en el que nos interrumpió la noticia, jamás imaginada, de la renuncia de la señora Calderón.
Había dado a conocer a grandes trazos el desarrollo profesional de la doctora Sheinbaum y su currículum académico, por demás sobresaliente y como tal reconocido en las universidades e instituciones científicas, pero quedaba pendiente su desempeño en el servicio público así como su participación partidaria y política. Ha sido, desde sus épocas estudiantiles, una militante de la izquierda que jamás antepuso interés o conveniencia alguna a sus convicciones, no aspiró a cargo alguno que implicara concesiones a principios fundamentales de la ideología que sustenta. En su carrera no encuentro cambios convenencieros de camiseta, menos aún evidencias de incorporación a las filas de la delincuencia organizada en su modalidad de partido político. Con Claudia se puede estar de acuerdo o disentir de sus ideas, puntos de vista, propuestas, pero no ha lugar a provocar dudas sobre el grado de racionalidad a que somete los proyectos que emprende, el rigor técnico con que los supervisa y la absoluta honradez con la que los administra.
La señora Barrales ha lanzado críticas arteras y de baja estofa que hacen referencia a la vida íntima de la persona y que no tienen relación alguna con los temas del debate político. Por televisión, como pobre argumento, cuestionó a Claudia sobre su ex marido y en una declaración afirmó que el problema de Sheinbaum es que ella no sabe caminar sola. En este punto, la opinión se unificó en el sentido que la opinión de doña Alejandra es muy atendible, considerando que en su vasta trayectoria política siempre ha sabido practicar la costumbre socrática de aprender, paseando con sus magistrales parejas.
En el próximo debate, el último, Claudia tendrá la obligación de organizar, concentrar y darle contundencia a las explicaciones que tenga sobre el asunto del colegio Rébsamen. He visto desperdigadas contestaciones, muy razonables y entendibles, sobre la dolorosa tragedia. Pienso que al asunto se le saca todo el jugo político posible, pero eso ni asombra ni me alarma, es absolutamente lo normal en estas lides en las que la civilidad, el bien decir, los datos ciertos, las citas, los testimonios y las estadísticas comprobables son permanentemente suplantadas por todas las argucias, maniobras y evidentes actos delictivos que conforman lo que se ha dado en llamar la guerra sucia
. A mí no me cabe duda que la ventaja que la mayoría de las encuestas le reconocen a la doctora, permiten prever su triunfo electoral; sin embargo, pienso que si a su bien ganado prestigio de persona honorable se acumulan otras características como la de los conocimientos, la responsabilidad y capacidad para el trabajo que, en los diferentes cargos desempeñados ha mostrado, su candidatura, a mes y días de la elección, está blindada; pero nada sería más rotundo que, motu proprio, la candidata Sheinbaum, aunque el tema no saliera ya a relucir, lo tomara por los cuernos y expusiera, no a Barrales ni a Mikel, sino a sus seguidores, a los ciudadanos todos, la explicación y las razones del comportamiento de las autoridades delegacionales y el personal suyo, ese prietito o azulblanquito de este arroz que, si bien está a punto de cocimiento, todavía le falta un pequeño hervor.
Al llegar a este punto enfrento una disyuntiva: existen dos asuntos a los que he querido referirme hace ya algún tiempo. El primero es señalar algunos errores y deficiencias en la organización de los debates, tanto entre los candidatos presidenciales como al gobierno capitalino. El segundo se refiere a los propios candidatos y su equipo de asesores, por no conocer los pasos elementales para organizar una campaña para presidente de la sociedad de alumnos de la Universidad Anáhuac o una divertida kermés en el Colegio Oxford.
Con Andrés Manuel, el margen para el análisis sobre su equipo: conocimientos, experiencia, eficacia es muy estrecho y difícil. Aquí se hace realidad el título de Vino el remolino y nos alevantó. Me queda claro que los responsables de su comunicación son los amos de la improvisación y que sus éxitos cotidianos son un rosario de milagros: los gafes que han tenido, y no de poca importancia, duran una tanda de Twitter y se evaporan. Luego aparece una catarata de los fieles más allá de la hoguera (y no son pocos, porque la necesidad de creer, de crear símbolos en quien creer, llegan al grado de avalar cualquier acontecido, por equívoco que éste haya sido). Sugiero no perderse los breves comentarios, ahora de 280 caracteres, que publica Enrique Galván Ochoa en su columna Dinero
, y que en muchas ocasiones son verdaderos editoriales, escritos por el ingenio y agudeza que campea en nuestra raza (pero ya lo dijo el maestro Vasconcelos: la responsabilidad es del señor don Espíritu Santo). Además, mutatis mutandis (y con perdón del maistro Mac Luhan), pese a todas las evidencias, los tontos publicistas autóctonos e importados no han comprendido que a esta alturas Andrés Manuel es el mensaje
.
Por cuanto al joven Anaya se refiere, en el bolo de su bautizo ya venían las primeras instrucciones de cómo debería ser la ceremonia, con la que se iniciaba su carrera hacia la presidencia de todo grupo, cofradía, logia, colegio, equipo, pandilla, congregación, mafia al que el niño Anaya otorgara el honor de integrarse: ACJM, Boy Scouts, Niños enemigos acérrimos de Onán y Cruzados Defensores del Cinturón de Castidad.
Lo que sí es verdad es que Andrés Manuel va atrasado al mencionar los personajes cinematográficos y televisivos de los que considera que el joven Anaya es arquetipo, encarnación, clon o, simplemente, una aproximación. Ricky Ricón, como serie televisiva surgió el 8 de noviembre de 1980 y como película en 1991. Pero además Ricky era un niño con inclinación innata al reconocimiento del valor y la dignidad de las personas que estaban a su servicio. Pero Anaya es Ricky nada más por la fortuna que ha acumulado al paso por los puestos públicos y cargos partidistas desempeñados, donde dejó en todos ellos girones de sus compromisos, lealtades y principios contraídos. Su camino puede ser fácil de seguir porque en cada recodo, en cada encrucijada se encuentran siempre las huellas de una palabra empeñada en falso o una verdadera falsía. Dícese que la única misión cumplida a cabalidad fue la de secretario particular del gobernador de Querétaro, Francisco Garrido, cuyo desempeño como funcionario y vida personal le dieron al joven Anaya todas las posibilidades afectivas, económicas, políticas que implica la conservación de la más absoluta secrecía. También, seguramente, el comportamiento de monaguillo Cartujo derramó sobre el joven Anaya infinidad de gracias que él ha sabido acrecentar con un talento excepcional cuando las practica en corto: así embaucó a Madero, Margarita, seguramente a Calderón y a muchos más. Ya su talento histriónico practicando el stand up declina notoriamente. Pero sobre estos aspectos ya luego nos recrearemos, pues no quiero que pase más tiempo sin agradecer a Pablo Andrés Meza su puntual información sobre los costos y condiciones que implican las licencias de pilotos. Compartimos el asombro sobre la licencia de don Julio César Nicholson, hoy ex Barrales. Tampoco a Dámaso Oswaldo, que con una concreción que le envidio me dice: ¿Me presta su revista H donde salió Alejandra Barrales?
Twitter: @ortiztejeda