Putin encabezó multitudinaria marcha en memoria de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial
Jueves 10 de mayo de 2018, p. 23
Moscú.
El Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria, como se denomina aquí el triunfo del ejército rojo sobre los agresores nazis en la Segunda Guerra Mundial, que este miércoles se celebró a lo largo y ancho de Rusia es –no cabe la menor duda– la fiesta nacional más entrañable para los rusos, una suerte de consenso nacional por encima de cualquier tipo de diferencias.
Ello es comprensible por el muy alto precio –en vidas y en devastación– que el pueblo soviético tuvo que pagar, tras el ataque del 21 de junio de 1941, para poder izar, tres años y once meses después, la bandera roja con la hoz y el martillo en la cúpula del Reichstag (Parlamento) en Berlín.
Cuando la Alemania hitleriana firmó el acta de capitulación incondicional el 8 de mayo de 1945, por la diferencia de horas, en Moscú ya había comenzado el 9 de mayo que, desde hace 73 años, celebra aquí cada familia, por cuanto no hubo ninguna que no haya aportado la pérdida de un ser querido cercano para lograr la hazaña de la Victoria.
De acuerdo con la tradición establecida desde la época soviética, Rusia exhibió en la Plaza Roja de Moscú parte de su poderío bélico con un desfile militar, en el que participaron 13 mil soldados, unidades de armamento moderno –de carros blindados, tanques, misiles a helicópteros artillados, cazas, bombarderos y otras muestras de su fuerza aérea–, una recepción solemne en el Kremlin y una nueva edición del llamado regimiento inmortal
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Esto último, de reciente creación, es una multitudinaria marcha de personas que portan retratos de algún familiar que luchó para que la Unión Soviética pudiera librarse del yugo nazi. Se concibió como homenaje a los que cayeron en el campo de batalla o perdieron la vida en la retaguardia, durante la ocupación o por los ataques del ejército hitleriano. Sólo en el sitio de Leningrado, que duró 900 días, murieron de hambre y frío un millón 200 mil habitantes.
Esta marcha, como cada año reciente encabezada por el presidente Vladimir Putin y una foto de su padre, pretende llenar el vacío que dejaron los emotivos encuentros en los parques de las ciudades rusas, que –cada 9 de mayo– reunían a los veteranos, como en Rusia se llama a los ex combatientes en la Segunda Guerra Mundial.
Por razones de edad, cada vez quedan menos.