l inicio de este sexenio, el presidente Enrique Peña Nieto, sus amigos que lo acompañan en los cargos más importantes de la administración pública y los gobernadores del partido en el poder, aseguraron que México sería otro en 2018. Sí, ya lo es: más violento y con el mayor número de asesinatos; corrupción e impunidad desbordada (OHL, HIGA y Odebrecht, como ejemplos emblemáticos); con grave distanciamiento social y económico entre la población y más concentración de la riqueza en pocas manos. Con los grupos criminales apoderados de varias regiones por la inoperancia de los cuerpos policiales y la ausencia del Estado. Con más denuncias que siempre por violación de los derechos humanos, muerte de periodistas y desaparición forzada de personas. Y serios problemas ambientales.
Peña Nieto cedió la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) al negocio familiar que es el Partido Verde Ecologista. Sin experiencia, bueno para servir de comparsa del PRI en las elecciones y en el Congreso de la Unión (e integrar allí la telebancada), los frutos están a la vista: contaminación de las ciudades principales; protestas por los daños que causa la minería en varias entidades. Estudios recientes muestran la pésima administración del agua y cómo las cuencas hidrográficas siguen como basurero de la industria, las ciudades y el agro. Oficialmente se presume menos deforestación, pero no por las acciones del gobierno, sino porque miles de campesinos migran en busca de trabajo a las ciudades y a Estados Unidos y Canadá. El país cuenta con más áreas naturales protegidas, pero sin planes de manejo, recursos suficientes para cuidarlas y conflictos con quienes viven en ellas desde tiempos ancestrales.
Ahora que la megaurbe –que integran Ciudad de México y sus cuatro entidades vecinas– ha sufrido varios días pésima calidad del aire, se evidencia el fracaso de las políticas anunciadas al inicio del sexenio para resolver dicho problema coordinadamente y con medidas efectivas a fin de garantizar la salud de casi 30 millones de habitantes. Para evitar la contaminación atmosférica, se creó la Comisión Ambiental Metropolitana (Came), en la que tiene papel preponderante la Semarnat. La Came aprobó decenas de medidas con el propósito de lograr un aire más limpio. No han sido del todo efectivas y buena parte de ellas ni siquiera están en marcha.
Los frutos de la negligencia e incapacidad están a la vista: la megaurbe no registra en 2017 ni un día con buena calidad del aire por el incumplimiento de las medidas adoptadas. Y además, por la descoordinación institucional entre la autoridad federal, la de la capital del país y las de las entidades vecinas. Destacadamente con las del estado de México. Baste señalar ahora que la renovación del parque vehicular del transporte público concesionado marcha a paso de tortuga; más de la tercera parte de sus unidades es chatarra muy contaminante. En vez de remplazarlas por vehículos modernos, lo hacen con microbuses y combis. En tanto, el Metrobús y el Metro son insuficientes, trabajan al máximo de su capacidad y con temperaturas de 37 grados en vagones y estaciones. En paralelo, aumenta el número de coches particulares que contribuyen al caos vial.
Pese a las merecidas críticas que se hacen al trabajo de la secretaria capitalina del Medio Ambiente, resulta la menos tortuosa al enfrentar la grave comtaminación atmosférica que obliga a declarar contingencias ambientales. El problema se politizó a tal grado que se olvida que la mala calidad del aire se origina en muy buena parte en el estado de México, con su parque vehicular y su industria poco amigable con el ambiente, por la corrupción; donde las medidas anticontaminantes se observan mucho menos y no se decretan contingencias para Toluca y otras ciudades con aire sucio. Allí la prioridad no es hoy cuidar la salud pública, sino que gane la gubernatura el primo del presidente Peña Nieto.
Este sexenio hizo realidad el dicho popular de que la megaurbe tiene apenas dos estaciones climáticas: la de lluvias y la de partículas, ozono y dióxido de nitrógeno. Lo que nos espera si el PRI retiene la Presidencia de la República en 2018...