La revolución tecnológica debe ser aprovechada por México, a fin de generar mejores condiciones económicas y sociales. En menos de dos décadas, los avances en inteligencia artificial sustituirán muchos de los procesos que hoy manejan empleados: camiones de transporte colectivo inteligentes sin operador o robots de manufactura con costos más bajos serán una realidad entre 2020 y 2030.

Especialistas en áreas de desarrollo científico y tecnológico señalaron lo anterior y agregaron que el país necesita tener claridad sobre las áreas de oportunidad en tecnologías de información y comunicación (TIC) y, sobre todo, ampliar cada vez más la inversión en ciencia, lo cual incluye mayor participación privada.

Durante la mesa sobre ciencia y tecnología de los foros La UNAM y los desafíos de la nación, hace unos días, Raúl Rojas, investigador de la Universidad Libre de Berlín, enfatizó que México debe trabajar lo más pronto posible en diseñar un plan de acción a largo plazo en las TIC e inteligencia artificial; desarrollar un centro de investigación nacional sobre inteligencia artificial; fomentar la inversión privada en la investigación por los consorcios trasnacionales, y prepararse para las tres conversiones industriales: transporte, energía y producción.

El país necesita entender el valor de la tecnología de la información, que cada vez se colisiona con el resto de las industrias, y que la inversión en investigación debe provenir también de la industria privada, dijo el investigador en videoconferencia desde Alemania.

La inteligencia artificial generará en los próximos tres lustros productos como asistentes personales para la productividad, que los automóviles se conduzcan solos, así como hogares y ciudades inteligentes, entre varios desarrollos.

A principios de la segunda mitad del siglo pasado, señaló, Corea del Sur tenía un desarrollo mucho menor al mexicano en ciencia y tecnología, pero hoy esa nación invierte 4.2 por ciento de su producto interno bruto en dichas áreas, mientras México apenas ronda 0.5 por ciento. Por ello recomendó seguir el ejemplo coreano, evaluarlo y conocer qué se hizo bien para aplicarlo.

Julia Tagüeña, directora adjunta de desarrollo científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, destacó que se debe tener claridad sobre la situación de la ciencia en el mundo, de las fortalezas nacionales y de considerar una visión a largo plazo.

Para la ciencia mexicana, dijo, ha sido muy importante participar en grandes proyectos internacionales, como en el Gran Colisionador de Hadrones, en la frontera franco-suiza, y el Gran Telescopio Milimétrico, en la sierra de Puebla, los cuales han requerido la cooperación de varios países.

Joaquín Ruiz, de la Universidad de Arizona, sugirió la creación de ecosistemas de innovación en los centros educativos. “Las universidades deben tener un ambiente de innovación; las facultades de economía y de negocios deben trabajar estrechamente con las ingenierías y las ciencias para que haya intercambio.