Delincuencia política y de cuello blanco
Emilio Lozoya, bajo la lupa
Primera demanda contra el muro Trump
Cantado: Odebrecht-Lozoya-Peña
También el calderonismo
Libre Yáñez, de Oceanografía
Accidentes y declive nacional
Otra década perdida
México sin crecimiento
Igual que en 1981-1990
Investigaciones recientes avanzan en la comprensión del bienestar humano/ X
La Teoría de la Autodeterminación, buena teoría fundada en la naturaleza humana
Acapulco, pujante
La chica desconocida
Arca
Arte Sonoro
Butch
Cátedra
de historia del director de RTVE
n la mañana de ayer una colisión entre un autobús turístico y una pipa de gasolina de doble remolque, ocurrida en el kilómetro 300 de la Autopista Siglo XXI, dejó un saldo trágico de 24 personas muertas y otras nueve lesionadas, tanto por el impacto como por el incendio que se generó como consecuencia. La magnitud y el alcance de este accidente –más mortífero que muchos de los atentados que tienen lugar en Europa y Estados Unidos– no debiera opacar la exasperante frecuencia con la que los vehículos de carga con peso y dimensiones excesivos se ven involucrados en situaciones fatídicas en las autopistas, carreteras y calles del país. Se calcula que 53 mil personas murieron en percances en los que participaron de manera directa o indirecta camiones de ese tipo.
El Yeison y el Maicol
e chiquillos, en el barrio, a los más nos veían y nombraban panzones y piojosos. Por ser cierto lo anterior, a finales de los años 50, a la colonia Belisario Domínguez, situada en la Zona de Hospitales, en Tlalpan, la motejaban La Piojito. Y en ese llamarse; entre sonrisas y llantos, prisas y esperas, nacimientos y lutos, andando y corriendo, nos supimos adolescentes. Andábamos en eso cuando nos dimos cuenta que por la diminuta geografía de la colonia nos clasificaban en dos especies: los de allá atrás –algunos decían los de la arboleda– y los de la calzada. Simultáneamente, dentro de la dimensión de las dos coordenadas emergió una nueva forma de nombrarnos; en lo individual: Marcos el Chueco, Félix el Piricochas, Licha la Chueca, Male la de la Entrada, Lupe la Borracha, Don Ray el de la Chiquita, Diego el Dedos, por mencionar a algunos. Paralelamente, emergieron sobrenombres para diferenciar a parentelas famosas que bien podrían ser retratos de familia; de ellas, aún se recuerda a Los Patalarga, Los Cachirulos, Las Polas, Los Oaxacos, Los Marranos y a Las Chundas. Pero por qué tanto rollo, preguntarán algunos. Va el responder. El pasado 10 de abril acudí a comprar un litro de leche a la tienda del Guacho. Para ello, me mantuve formadito esperando mi turno, mientras a 10 o 15 metros de distancia, dos policías preguntaban a un chaval bien pacheco los nombres de quienes le habían robado sus tortas; de su respuesta, me nació una tenue sonrisa: –Fueron el Yeison y el Maicol, respondió el casi escuincle, a la vez que caminaba hacia atrás por temor a que los polis le dieran un buen chingadazo; esto, mientras yo pensaba con signos de admiración: ¡Ah, cómo hemos cambiado de nombres!
sta semana recién pasada hemos celebrado en San Salvador una jornada que viene a ser un preámbulo de Centroamérica Cuenta, el encuentro internacional de escritores que tendremos por quinta vez en Managua en mayo de este año. A esta primera jornada la hemos llamado En el nombre del padre, y sus fundamentos vale la pena contarlos.
egún Spinoza, miedo y esperanza son dos emociones básicas de las personas y de los pueblos, que viven en la incertidumbre de las relaciones que pueden existir entre ellas. Advierte expresamente contra la esperanza sin miedo y el miedo sin esperanza, dos condiciones del ánimo que han estado cundiendo.
a frase pertenece al dirigente kurdo Abdullah Öcalan, extraída del segundo tomo del Manifiesto por la Civilización Democrática, que tiene como subtítulo La Civilización Capitalista. La era de los dioses sin máscara y los reyes desnudos
. La obra, cuya traducción al español verá la luz estos días, forma parte de la defensa del líder kurdo, preso en la isla Imrali, en el mar Negro, en Turquía. El pensamiento de Öcalan es insumiso, no se somete a jerarquías prestablecidas ni acepta dogmas universales. Es el tipo de pensamiento que necesitamos en este periodo de caos sistémico, ya que las ideas heredadas están mostrando escasa utilidad para orientarnos en la tempestad.
na de las dimensiones más vergonzantes de la desigualdad social y de la discriminación de género que proliferan en este país, se utiliza hoy en las campañas electorales para denigrar a una mujer que se colocó hasta arriba en las recientes encuestas electorales: Delfina Gómez Álvarez, candidata de Morena a la gubernatura del estado de México.