Presentó su libro La bebida de los dioses
Sábado 4 de marzo de 2017, p. 3
La artista Martha Chapa, quien asume que la gastronomía es parte de nuestra identidad, escribió el libro Cacao: la bebida de los dioses.
En ese trabajo comparte no sólo el origen y la historia de este alimento considerado regalo divino, sino también recetas como el del famoso pozol que tanto gusta en el sureste mexicano.
El libro, publicado por el gobierno de Tabasco, fue presentado el pasado jueves en la edición 38 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, donde la autora compartió con los lectores algunos de los mitos y transformaciones del cacao y su derivado: el chocolate.
Ante un público que llenó la galería de rectores del Palacio de Minería, Chapa contó que en la época prehispánica el cacao no sólo desempeñó un papel social y económico, también poseía un nicho en el mundo espiritual, pues era considerado un regalo divino.
“Según la mitología mexica –explicó– el árbol de cacao, los conocimientos para realizar el cultivo, la cosecha y la posterior elaboración de la bebida eran privilegio exclusivo de los dioses. Fue Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, dios celeste, quien regaló el árbol y el conocimiento de su explotación a los hombres.”
La pintora reiteró que el chocolate es un suculento regalo del Edén y forma parte integral de las raíces de los tabasqueños, quienes valoran sus orígenes y tradiciones.
Impulso al cacao orgánico
Chapa expresó: “El cacao es parte inseparable de nuestra vida y nuestra economía. Ha padecido los altibajos de la comercialización y después de una larga y azarosa hazaña en sus cultivos llegó a una prosperidad.
El gobierno de Tabasco se empeña en el impulso a la producción de cacao orgánico de la mejor calidad y representa una gran batalla. Tenemos fe en que triunfaremos nuevamente como en el pasado con este poderío del cacao, que sin duda es parte de nuestra identidad, de lo que somos, de lo que seremos y tenemos que defender.
Martha Chapa añadió que en su libro se hallarán respuestas a los nuevos problemas para rescatar el Edén y heredar esta bebida de los dioses a nuevas generaciones, como hicieron nuestros abuelos.
Finalmente, la artista indicó que el libro invita a reflexionar sobre la gastronomía del país, como parte de nuestra identidad. Tenemos que convertirnos en guardianes de nuestros sabores
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En ese acto, la autora estuvo acompañada de su esposo, Alejandro Ordorica Saavedra; la directora general del Instituto Estatal de Cultura de Tabasco, Gabriela Marí Vázquez, y Óscar Cantón Zetina, quien asistió en representación del gobernador de esa entidad, Arturo Núñez Jiménez; entre el público estaba la viuda del pintor Pablo O’Hi-ggins, María O’Higgins.
Gabriela Marí Vázquez apuntó que el libro de Martha Chapa “trae al presente la ancestral relación que hemos tenido los tabasqueños con el cacao y su derivado más representativo: el chocolate.
Para nosotros el cacao es un elemento fundamental para comprender nuestro devenir histórico, porque como sabemos bien, los rasgos identitarios de las comunidades encuentran uno de sus pilares en la riqueza gastronómica de los pueblos.
Cantón Zetina calificó Cacao: la bebida de los dioses, como uno de los libros más completos que se pueden encontrar sobre el cacao en sus diversas facetas
, y expresó que la publicación en la que colaboró el gobierno de Tabasco es parte de un proceso de reconversión que se desarrolla en la entidad para despetrolizar la economía.
Volvemos al cacao como una fortaleza del campo y México debería de volver a sus fortalezas originarias, así no tendríamos temor a ningún loco que nos quiera cerrar fronteras.
En su participación, Alejandro Ordorica Saavedra dijo que el cacao es omnipresente: está en la historia, la ciencia, la religión, las letras, la cultura y el arte, en nuestra identidad, y en la épocas más importantes de México.
Sostuvo que en tiempos de crisis como los que hoy se viven con Estados Unidos, debemos acercarnos a lo nuestro, en este caso al cacao, el maíz y el café. Pienso que si alguien quiere hacer un muro, como este señor Trump, bastaría aplicarle que nos devuelva los beneficios que ha generado la industria del chocolate en Estados Unidos desde hace tres siglos
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