Enrique Singer dirige la obra de Donizetti; Irina Dubrovskaya y Ramón Vargas protagonizan
Domingo 19 de febrero de 2017, p. 6
Mucho del espíritu shakespeariano subyace en Lucía de Lammermoor, considerada la ópera cumbre del italiano Gaetano Donizetti.
Por lo menos, así lo aprecia el director de teatro Enrique Singer, quien es responsable del montaje de ese título con el cual Ópera de Bellas Artes inaugurará el 19 de febrero su temporada 2017, en el Palacio de Bellas Artes.
“Siento que esta ópera es una mezcla entre Romeo y Julieta y Macbeth muy interesante y, sobre todo escénicamente, muy jugosa para sacarle brillo”, destacó este martes el creador.
La nueva producción de esta conocida pieza del bel canto, una de las más recurrentes en las salas del mundo, se debe al Teatro del Bicentenario, de León, Guanajuato, donde fue estrenada en agosto del año pasado.
Como en aquella ocasión, la dirección escénica estará ahora a cargo de Enrique Singer y la concertadora de Srba Dinic.
En el elenco repetirá el tenor mexicano Ramón Vargas, quien lo cantará por vez primera en el máximo recinto cultural del país, no obstante que ha sido uno de los principales caballos de batalla
a lo largo de su carrera e incluso con él debutó en el Met de Nueva Yok, en sustitución de Luciano Pavarotti.
A la puesta en escena se suman ahora la reconocida soprano siberiana Irina Dubrovskaya, en el que será su debut en Bellas Artes, así como el bajo venezolano Ernesto Morrillo y jóvenes integrantes del Estudio de Ópera de Bellas Artes.
Ponderación estética
En conferencia de prensa, Enrique Singer destacó que no habrá gran diferencia en el montaje con relación al presentado en León, Guanajuato, a excepción de los cambios en el elenco.
Señaló que su propuesta está enfocada a resaltar más el aspecto estético que la narración dramática y que por ello está estructurada a manera de una serie de cuadros pictóricos.
Esto, explicó, debido a que la obra pertenece al bel canto, lo cual hace que el acento dramático no esté puesto en la acción, sino en la belleza de la voz y la interpretación vocal.
El director escénico subrayó que, a diferencia de otros montajes de este título, el suyo está orientado a resaltar por igual los tres ejes del drama trágico: el mundo de la superstición, la relación de poder y el amor.
Contó que respeta la época en la que está situada la historia, entre los siglos XVI y XVII, aunque sí la cambia de lugar, pues originalmente se desarrolla en Escocia y él decidió llevarla a la Europa occidental, donde imperaba el barroco, con el fin de hacerla más próxima a la idiosincracia mexicana.
Esta producción de Lucía de Lammemoor, cuya más reciente función en Palacio de Bellas Artes fue hace 10 años, significa el regreso a México de Irina Dubrovskaya, después de un decenio de haber realizado una gira por diversos puntos del país con una compañía operística rusa.
La soprano remarcó que conoce muy bien el personaje de Lucía y contó que hace algunos años rechazó en dos ocasiones interpretarlo, por no sentirse preparada.
Es un papel muy difícil y complicado. Físicamente, al final cuesta sobrevivir, casi de forma literal. Cuando uno lo hace, puede decir que es ya una soprano de extra clase, toda una soprano
, agregó.
Para mí es un personaje muy especial y cercano, porque en él veo un poco más allá del amor, los deberes y la creencia religiosa. Es un personaje que encarna la victoria del amor y del espíritu. Su amor y fe rompen todas las fronteras, todos los muros, y eso es lo que se glorifica al final.
Lucía de Lammermoor es una de las óperas más significativas para Enrique Singer, por la complejidad de su texto, al margen de su espléndida música.
Mencionó que está basada en La novia de Lammermoor, de Walter Scott, novela muy compleja cuya historia fue retomada por Salvatore Cammarano y Donizetti para transformarla, aunque sin traicionar su esencia.
Serán cinco las funciones de este título en el Palacio de Bellas Artes: domingos 19 y 26 de febrero, a las 17 horas; martes 21 y 28, a las 20 horas, mismo horario del 23 de este mes.