Ocultan secuestro en Aguascalientes
n Aguascalientes, la semana pasada el Grupo Antisecuestros rescató a un joven de 16 años que fue secuestrado en mayo de 2016, torturado y obligado a pedir limosna en cruceros de diferentes ciudades. El incidente no aparece en los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que reporta al estado como una entidad libre de secuestros. La Fiscalía General del Estado tampoco dice si el joven se encontraba en calidad de desaparecido y al parecer no hubo activación de la Alerta Ámber, protocolo internacional ante desapariciones de menores.
Desde que circuló la noticia de la remoción del cargo de Óscar Fidel González Mendívil, titular de la Fiscalía, no han dejado de hacer suposiciones sobre si es destitución o renuncia la separación, lo que debería ser lo de menos. Esta Fiscalía ha dejado mucho que desear en materia de derechos humanos, como cuando desconoció las cifras presentadas por el Observatorio de Violencia Social y de Género respecto de las muertes violentas de mujeres, o en este caso, al publicar la foto del adolescente vulnerado y sólo cubrirla con una franja negra sobre los ojos, lo que viola la garantía de no revictimización, sin contar también los deficientes resultados dados por la fiscalía ante los delitos del fuero común.
Habrá quien espere su salida para iniciar con las investigaciones en la fiscalía durante su gestión, pero sólo queda claro que eso no abona a la transparencia en los resultados, tal como pasó con el titular del Órgano Superior de Fiscalización del Estado de Aguascalientes (Osfags), Arturo Solano López, quien compareció ante la Comisión de Vigilancia del Congreso del estado, sin que hasta la fecha se le haya sancionado por su actuar ante este órgano. Así pasan los días sin que la sociedad obtenga una respuesta clara del actuar de sus funcionarios, con la velada complicidad del Congreso local, al que no le alcanza más que para comparecencias sin sentido.
Lo que queda claro es que sin importar si la administración es priísta o panista, juegan con la información, ocultándola, para llevar agua a su molino.