En el fondo, afirma la comisión nacional, hay exclusión, violencia y odio
Miércoles 1º de febrero de 2017, p. 14
México enfrenta un entorno difícil y muy complejo, en el que la universalidad de la cultura de respeto a los derechos humanos no sólo se cuestiona, sino que empieza a ser dejada a un lado, bajo razones de un pretendido interés económico, social y político, aseguró el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez.
Dijo que estas pretendidas razones se sustentan en un lenguaje que entraña discriminación, exclusión, violencia y odio.
Sin mencionar de manera directa las políticas antimigratorias y discursos agresivos del presidente estadunidense, Donald Trump, el ombudsman nacional agregó que este entorno complejo se ve también en la lógica de anteponer los intereses específicos de grupos y estados a la vigencia de la dignidad humana y de sus derechos más fundamentales.
Al inaugurar el foro nacional 100 años de los derechos humanos en la Constitución mexicana, el presidente de la CNDH advirtió que no podemos permitirnos como sociedad y como nación que la forma de defender nuestros derechos o promover nuestros legítimos intereses, sea incurriendo en las mismas conductas de quienes pretenden ofendernos y vulnerarnos. Ante el infundio, la verdad; ante el agravio, la razón; ante el amago de fuerza, el orden y la justicia
, dijo.
Además, destacó que el lenguaje del odio no produce nada, salvo más odio, desprecio y hostilidad. Ese lenguaje debe ser desterrado de la policía democrática, porque es incompatible con ella
.
En el acto, realizado en el Palacio de la Antigua Escuela de Medicina, en el Centro Histórico, González Pérez propuso retomar el ejemplo de los constituyentes de 1917 y emprender la defensa de la nación y de sus legítimos intereses por la vía del derecho, de las instituciones, de la justicia y de la razón, sin desconocer o vulnerar el respeto a la dignidad humana que es inherente a todas las personas.
El presidente de la CNDH lamentó que en la política empiece a proliferar el lenguaje de odio, que se le encuentra también en los discursos y declaraciones de demagogos, en las redes sociales, en emisoras radiofónicas, en conversaciones cotidianas, en la calle y en los parlamentos.
El lenguaje, que en una democracia debe habitar en una esfera autónoma y separada de la coacción, se transforma así en un elemento al servicio del odio, convirtiendo el discurso político en la continuación de la violencia por otros medios
, aseguró.
Sobre el primer centenario de la Carta Magna, dijo que esta fecha debe ir más allá de una conmemoración de un hecho histórico, y debe representar una reflexión sobre los problemas, retos y desafíos que su aplicación y observancia real enfrentan en el siglo XXI.
A su vez, Angélica de la Peña, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, reconoció el desenfrenado interés por reformar nuestra Constitución, no siempre para servir a la población, sino a veces por un discurso del momento, pero siempre con la pretensión de que sea más garantista.