Domingo 29 de enero de 2017, p. 7
Ciudad Juárez, Chih.
Miembros de casi 800 familias se reunieron la mañana de ayer en medio del Río Bravo, entre México y Estados Unidos, tras 27 años de no verse, para abrazarse durante cinco minutos, como parte de la jornada Abrazos, no muros.
Es la tercera ocasión que se organiza esta actividad bajo vigilancia y permiso de personal de la Patrulla Fronteriza del vecino país y de la Policía Federal del lado mexicano. El año pasado hubo dos jornadas de abrazos.
Además, es la primera vez que se organiza una reunión entre migrantes legales y sus familiares de México en la administración del presidente estadunidense, Donald Trump, quien pretende construir muros de concreto en la frontera.
A partir de las 7 horas de este sábado, con bajas temperaturas y a mitad del río, el cual en esta temporada lleva poca agua, las familias comenzaron a bajar por grupos para abrazar a sus parientes que viven en ciudades de Estados Unidos.
Ojalá Trump pudiera verlo
El primero en cruzar para dar un abrazo fue Miguel Ángel García Soto, que llevaba 27 años sin ver a su hermana que radica en Estados Unidos, quien al verla le dijo: ¡Estoy rebosando de felicidad! Esto nos está demostrando que a pesar de todo, seguimos unidos, ojalá Trump pudiera verlo
, expresó.
El objetivo del acto fue reunir por un momento a las familias que están separadas debido a la deportación de alguno de sus miembros y para denunciar este tipo de acciones por parte de autoridades migratorias en la frontera. Además de crear una visión de que Estados Unidos celebra la unión de las familias y no su separación.
Voceros de la asociación Instituto Fronterizo Esperanza, organizadores del rencuentro, junto con la Red Fronteriza de los Derechos Humanos, expresaron por escrito que esta actividad se celebró con la intención de que las familias puedan saludarse tras años de no verse por sus condiciones legales en Estados Unidos, así como para llamar la atención del gobierno estadunidense y éste dé entrada a reformas migratorias, porque más de 11 millones de mexicanos indocumentados sufren a diario las consecuencias.
En ese tenor, el obispo de Ciudad Juárez, monseñor José Guadalupe Torres Campos, pidió a la comunidad diocesana ofrecer ayuda y apoyo a los migrantes mexicanos y de otras nacionalidades que viven en Estados Unidos y en esta ciudad.