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Para no caer en la locura hoy plasmas las ideas en pixeles, afirma el dibujante Luis Tapia

El cómic mexicano, en mutación, de la historieta industrial a Internet

Ya no se editan millones de ejemplares ni se vende en puestos de periódicos; ahora está en librerías y tiendas especializadas, dice ilustrador

 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de diciembre de 2016, p. 8

El cómic mexicano pasa por las últimas fases de una transformación. Muerta la era de la historieta industrial, que en la década de 1970 publicó hasta seis millones de ejemplares mensuales de Lágrimas y Risas y otros tantos de Kalimán, hoy generalmente se presenta primero en Internet y ya no está a la venta en los puestos de periódicos, sino en librerías, tiendas especializadas y actos que tienen al cómic de tema principal.

Mario Guevara, quien comenzó su carrera de ilustrador en Editorial Ejea y hoy publica su trabajo en empresas estadunidenses y europeas, recordó que para los años 80 la historieta mexicana estaba en su apogeo, convivía con el cine y la televisión, tenía la misma difusión e igual o más importancia. Los historietistas eran tratados como artistas, se les pagaba muy bien y había mucho trabajo. Era muy fácil entrar a laborar al medio sin tener mucho nivel, porque se necesitaba gente que hiciera el trabajo.

De acuerdo con Mario, los tirajes comenzaron a reducirse a principios de la década de 1990, lo que los empresarios atribuyeron a los videojuegos y a la entrada del cómic estilo japonés (manga) en el gusto del público.

Enfrentar al monstruo

Todos se echaban la culpa; la historieta dejó de ser familiar, los precios de producción eran cada vez más altos, luego vino la devaluación de 1994 y hubo más cambios; Ejea como tal desapareció, pero se transformó en varias editoriales de los socios, Mango y Toukán, Trompo y Competencia. La historieta seguía, pero se acercaba un monstruo, la Internet; era fácil acceder a diferentes temas, desde aventuras, infantiles y hasta porno. Para 2005 ya casi había desaparecido por completo la industria de la historieta mexicana, señaló.

Sin editoriales, sin distribuidoras, el historietista mexicano se quedó con pocas opciones, entre ellas hacer ilustración publicitaria y publicar sus cómics en la red, así como buscar trabajo en Estados Unidos: Guevara, Humberto Ramos, Paco Medina, Gerardo Sandoval, Edgar El Pato Delgado y recientemente Óscar Bazaldúa, entre otros, publican en los gigantes Marvel y DC.

Luis Sergio Tapia, dibujante de la serie La bestia roja para Grupo Editorial Vid, y de La novela policiaca en Novedades Editores, ambas empresas ya desaparecidas, permanece activo de narrador gráfico en la página electrónica y asegura que escribes o dibujas porque tienes algo que decir, y se siente en los huesos y el alma. Eres un neurótico que oye voces y se imagina distintos escenarios, y para evitar caer en la locura, los plasmas en papel o ahora en pixeles y dejas que lo vea el mundo, no para llenarte de orgullo y vanagloriarte, aunque parezca raro; es sólo para no ahogarte en ese mar de ideas y esos vientos atormentantes de imágenes.

Oscar Bazaldúa, quien fue portadista estrella de las revistas populacheras conocidas como Sensacionales, recién reclutado por DC Comics –editorial dueña de superhéroes como Batman, Supermán y la Mujer Maravilla–, dijo a su vez que hoy los ilustradores mexicanos tenemos más libertad creativa y finalmente hacemos lo que nos gusta, siempre escuchaba a compañeros dibujantes que soñaban con hacerlo en el extranjero, ya sea en Estados Unidos o en Europa, desgraciadamente muy pocos se prepararon para eso y fue por ello que al morir la historieta mexicana industrial fue muy difícil que varios encontraran acomodo en otro país.

La carencia de esquemas probados y reglas llevó a premiar la forma y desdeñar el fondo, señala Ricardo Llarena, escritor en Heavy Metal

Martín Arceo S.

La historieta mexicana está bien y muy viva en la Internet. Lo mismo se presenta en la red el humor delirante de los Moco Comics, de Juanele, que fantasía heroica producida por Corteza Editorial y reflexiones con humor en The mountain with teeth, de Alejandra Elena Gámez. La serie de ciencia ficción Power nap, de Maritza Campos y Bachan Carrillo, es un éxito internacional.

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Portada de ¿A dónde nos llevan?, cómic de Augusto Mora sobre la desaparición de los 43 normalistas de AyotzinapaFoto archivo

Madurez autoral

Abraham Martínez, escritor de ciencia ficción para la revista estadunidense Heavy Metal y coordinador de la antología Dictadura de vapor, consideró que “en los últimos cinco o diez años la escena de la historieta mexicana ya llegó a cierta madurez autoral. Afortunadamente ya podemos ver claramente la voz y las ideas de muchos autores que aprendieron la parte técnica del cómic con el que crecieron, pero aplicando sus propias ideas, y de esta manera creo que estamos ante un panorama muy optimista desde el punto de vista de identidad, y me refiero a que la identidad mexicana es muy diversa según las diferentes regiones. Así que podemos encontrar webcómic y cómic impreso de muchos géneros y con diversos tratamientos. Lo que sí se ve complicado es que verdaderamente vuelva a existir una industria que deje para comer a esos autores, quienes en su gran mayoría no viven exclusivamente de hacer historieta”.

Ricardo Llarena, también escritor en Heavy Metal –revista para la cual busca talento en toda Latinoamérica–, afirmó que el cómic mexicano “aún adolece de muchos vicios y prejuicios que se vienen arrastrando desde hace un par de décadas. Esta carencia no sólo de industria, sino de esquemas probados, de reglas, ha hecho que se produzca sin tener objetivos claros y así es imposible trazar metas. Lamentablemente en muchas ocasiones se premia la forma y/o se desdeña el fondo. Seguimos confundiendo tener un discurso que aporta algo con el ser avispado a la hora de hilar palabras o peor aún, se equipara la popularidad en redes sociales con ‘tener algo importante que decir’”.

A su vez Augusto Mora, autor de la serie de humor Muerte querida y del cómic ¿A dónde nos llevan?, sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Chilpancingo en 2014, que ofrece gratuitamente en la dirección electrónica, sostuvo que “sin una industria te puedes sentir más libre o más perdido, dependiendo de tus alcances y metas. Más libre, porque a falta de una maquinaria que produzca cómics para el público tú como apasionado del formato tienes que producir esos contenidos. Tienes que buscar los caminos y los canales para llegar a la gente. Esto a veces es lo más complicado: llegar a la gente. Hay autores que lo hacen muy bien, pero nunca remplazarán a una industria.

Estructuras organizadas

A mí me tocó incursionar en el medio de los cómics ya sin industria. Hay que crear otra cosa, querer rescatar la industria que había antes es obsoleto. A partir de lo que tenemos ahora hay que crear otra cosa, señaló.

Por su parte, Juanele previó que la historieta mexicana “va encaminada a desarrollar una industria del cómic como la que se tiene en España: algo que esté no tan enraizado en la sociedad como el comic francés, japonés o estadunidense, pero que sí tiene estructuras organizadas –editoriales, convenciones de cómic, librerías, etcétera– que permiten el desarrollo de los autores. Lo que sí es que lo veo a una velocidad lentísima; nos va a tomar bastantes años llegar ahí, por razones culturales o de idiosincrasia muy particulares de nuestro país y que dan para toda una entrevista aparte. En fin, que el cómic mexicano va muy bien, a pesar de los comiqueros mexicanos”.