Desde Muhammad Ali hasta Johan Cruyff, el mundo del deporte se despidió en 2016 de varios titanes que marcaron el rumbo de sus respectivas disciplinas. El siguiente es un vistazo a las muertes más importantes en el mundo deportivo:

Muhammad Ali, 74 años. En su última caravana a través de su ciudad natal, el parabrisas del coche fúnebre estaba cubierto por tantas flores que el chofer apenas podía ver el camino o las multitudes de miles de personas apostadas en las calles.

Ali estaba de vuelta donde todo comenzó, en Louisville, Kentucky, lugar donde inició una carrera en el boxeo que lo convirtió en el atleta más famoso del orbe.

Fue campeón de peso completo en tres ocasiones, con una mezcla jamás antes vista de velocidad, poder y astucia, características que contrastaban con la imagen de sus últimos años, en los que apenas podía caminar y susurraba palabras ininteligibles por la enfermedad de Parkinson que al parecer desarrolló a raíz de miles de golpes en la cabeza.

Sus tres peleas contra Joe Frazier fueron inolvidables. Se proclamó El Más Grande y el pugilista que podía flotar como mariposa y picar como abeja. Y lo hizo con una personalidad y bravuconería magnéticas.

Además, perdió algunos de sus mejores años como boxeador al negarse a ser reclutado al ejército estadunidense para la guerra de Vietnam. Asumió posturas políticas cuando no era bien visto entre los deportistas. Y se cambió de religión y de nombre.

En los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta encendió el pebetero con mano temblorosa, en una de las imágenes más famosas de cualquier justa.

Johan Cruyff, 68. Sus regates han sido imitados hasta la saciedad. La selección holandesa, en la que jugó, y el Barcelona, que dirigió, son dos de los equipos más admirados en la historia. Y su forma de interpretar el futbol cambió el deporte para siempre.

Falleció tras perder la batalla contra el cáncer pulmonar. El ex jugador personificó el futbol total y dibujó el prototipo del Barça que, años después, Pep Guardiola, Lionel Messi y compañía llevarían a su máxima expresión.

Nos deja otra leyenda, escribió Messi, delantero argentino de un Barcelona que debe su ADN a la revolución que implementó Cruyff, primero como jugador (1973-78), cuando ayudó a un club de mitad de tabla a conquistar su primer título de liga en una década, y luego como timonel (1988-96), cuando lo condujo a conquistar en 1992 su primera Copa de Europa.

De pelo largo y figura desgarbada, el chico que salió de los callejones de Ámsterdam fue el emblema del Ajax y de la Naranja Mecánica que maravilló en la Copa del Mundo de 1974.

Joao Havelange, 100. Figura polémica, ayudó a catapultar al balompié, y especialmente la Copa del Mundo, a su estatus actual como el deporte más popular del mundo.

El brasileño transformó a la FIFA en sus dos décadas como presidente del organismo, convirtiéndola en un ente con reservas de cientos de millones de dólares, pero también en una incubadora para la corrupción.

Expandió el Mundial de 16 a 32 selecciones y lo convirtió en una de las justas más populares del orbe. Organizó seis como presidente entre 1974 y 1998, cuando fue remplazado por Joseph Blatter. También consiguió lucrativos contratos, incorporó nuevas federaciones a la FIFA y creó el Mundial de mujeres.

Sin embargo, también es uno de los símbolos de la corrupción que afectó las entrañas de este deporte y tuvo que dejar su cargo en el COI y la presidencia honoraria de la FIFA tras acusaciones de haber recibido millonarios sobornos.