Lord Moches y los 20 millones
Mexicanos divididos entre Trump y Hillary
También votarán si legalizan la mariguana
Traiciones a la patria
Familiares de Margarita Zavala
Senadores con camiseta pro Hillary
FBI cede y favorece a Clinton
Latinos por Clinton
Sobre utopía y realidad
El provocador de sueños
Felicidad y realización personal
Chile revienta por pensiones
México, la bomba que viene
Guajardo: ¿acostumbrarse?
Migración Internacional. Macrotendencias 1990-2015 (2/2)
Nadie experimenta en averiguación previa ajena
El peor Cruz Azul de la historia
Pumas, a ratificar su buen torneo
n el Senado de la República comienzan hoy las audiencias públicas para recabar puntos de vista acerca del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (ATP), instrumento que agrupa a 12 países de América, Asia y Oceanía –entre ellos, el nuestro–, elaborado en estricto secreto a lo largo de un lustro por los ministros de economía de los gobiernos que a la postre lo firmaron en febrero pasado en Auckland, Nueva Zelanda.
Pesar por la muerte de Stavenhagen
alleció Rodolfo Stavenhagen, mi amigo de juventud. De él no se ha señalado hasta hoy que su inclinación política absolutamente progresista no se inició con su muy destacada experiencia académica y de estudios e investigaciones antropológicas y sociales, sino desde que, muy joven, encabezó la Sociedad de Alumnos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Con él al frente, este grupo de estudiantes se afilió a las organizaciones estudiantiles progresistas de 1955 y 1956. Participó brillantemente en el Primer Congreso Nacional de Redactores Estudiantiles efectuado en Guadalajara en 1956, que se apuntaba como preámbulo de una futura federación nacional que no se alcanzó a lograr.
n escenario de triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales, inconcebible para mentalidades racionales, abominable para destacados dirigentes del Partido Republicano, tendría efectos adversos para los socios comerciales de Estados Unidos, como México, China y la Unión Europea, y para la economía mundial, pero especialmente tendría resultados lesivos para la estadunidense.
hapultepec es el bosque urbano más antiguo de América y el más emblemático de México. Constituye poco más de la mitad de las áreas verdes de la ciudad. Con 686 hectáreas, alberga la residencia presidencial, el Campo Marte, el Castillo de Chapultepec, el monumento a la corrupción y la impunidad del calderonismo llamado Estela de Luz, el zoológico, la Casa del Lago, el Auditorio Nacional, siete museos, seis teatros y oficinas gubernamentales. Posee tres lagos, fuentes, restaurantes, un club hípico, un lienzo charro, una feria, las instalaciones de los militares responsables de la seguridad del Presidente y su familia… la lista es interminable. Y todavía hay que añadir las congestionadas y contaminantes vías de comunicación que lo atraviesan y las residencias colindantes, cuyos dueños desean apoderarse del mayor pedazo de bosque posible para convertirlo en su jardín.
n una reunión casi secreta la semana pasada, en las instalaciones del ITAM, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón sellaron su pacto de impunidad y complicidad transexenal. Con Miguel Ángel Mancera, Aurelio Nuño, Carlos Slim, Alberto Bailleres, Enrique Ochoa, Francisco Gil Díaz, Pedro Aspe y José Antonio Meade como testigos de deshonor, el Presidente más repudiado de la historia reciente entregó el premio Carrera al Universo
a quien hundió el país en un baño de sangre durante su sexenio. Entre aplausos y ¡vivas!
de los presentes, los dos políticos prometieron cuidarse las espaldas mutuamente y asegurar una tersa alternancia entre los mismos de siempre en las elecciones presidenciales de 2018.
epudiada internamente por inoportuna, equivocada y desastrosa, la visita de Donald Trump a México, el pasado 31 de agosto, sumió al gobierno de Enrique Peña Nieto en la más profunda crisis institucional del sexenio y exhibió una política exterior de coyuntura y reactiva, sin estrategia, planeación ni principios, pusilánime, irresponsable y torpe, propia de una república bananera. De paso, ese patético error diplomático con que es considerada la relación bilateral más importante: Estados Unidos, dañó los nexos con el presidente Barack Obama y la candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, y exhibió a México como un país con instituciones débiles y políticos cipayos.
ausó revuelo impresionante el anuncio de la asamblea permanente del Congreso Nacional Indígena para consultar la propuesta que acordó en su quinto Congreso.
a mera existencia de la ley no es garantía suficiente para la existencia del individuo y de una sociedad. Hacer leyes no es la principal dificultad cuando se quiere establecer un arreglo social de convivencia. Este término, convivir, no implica por principio que sea algo positivo o incluso agradable. En términos políticos puede basarse en algo que asemeje a la democracia, pero puede ser, también, que difiera diametralmente de ella.
otar en libertad es una de las esencias de la democracia. De los cerca de 40 millones de iberoamericanos que trabajan y viven en Estados Unidos 27 millones hubieran podido inscribirse para votar. Sólo 17.5 millones lo hicieron y se espera que 15 millones de mexicanos, salvadoreños, ecuatorianos, chilenos, colombianos, bolivianos, nicaragüenses, venezolanos voten mañana. Ojalá lo hagan. Mucho de lo que en las conversaciones y en el íntimo pensamiento llamamos destino puede crearse y comenzar a construirse con su voto.
n términos de Estado, gobierno, sistema político, condiciones de vida cotidiana, derechos y servicios ¿hemos mejorado? La propaganda afirma que sí, el desarrollo cuenta mucho. Si acaso disentimos ¿idealizamos nuestros pasados? ¿El próximo, el remoto? Fueron tiempos injustos, corruptos, autoritarios, represivos, machistas, antidemocráticos, manipuladores, y más atrás en la historia, fanáticos, inquisitoriales, brutales. No nos gustaban, pero teníamos el futuro por delante. Los sectores críticos demandaban cambios y soportaron persecución, pero sólo después de 1968 se vuelve a hablar de revolución armada. Los menos deciden hacerla aquí y ahora. Así les va. Los más admiran las revoluciones ajenas (Cuba, Nicaragua) como si fueran propias, pero piensan sólo en cambios graduales y se deslindan de los revolucionarios locales, los tildan de delirantes, tontos o malintencionados.