La derrota del PRI no se superará buscando culpables, este es el momento en que se tiene que escuchar no sólo lo que la estructura quiere, sino lo que la gente quiere respecto a quién debe ser el candidato o la candidata. Yo soy de quienes creen que debemos abrir los procesos a consulta abierta a la ciudadanía en general, expuso Ivonne Ortega, ex secretaria general del Revolucionario Institucional.

Entrevistada en relación con el resultado de los comicios del pasado 5 de junio, la diputada federal señala que algunos de los argumentos de fondo en la derrota de su partido se encuentran en la ausencia de credibilidad ciudadana en las ofertas de los partidos políticos.

Es un tema de la percepción de la gente. Ya no cree, porque llevamos muchos años hablando de lo mismo los partidos. Tenemos 80 años escuchando lo mismo y no es un tema que ataña a México, es la falta de credibilidad en el sistema de España, Grecia, Brasil, Argentina, Estados Unidos. Yo metería en esa disyuntiva histórica, no sólo al PRI sino a todos los partidos.

–Se presentó el voto diferenciado, producto, entre otros factores, de la corrupción –se le plantea.

–En esta lectura la gente ya no compra el combo y lo puedes ver en resultados; por ejemplo, te voy a poner Quinta Roo. Ahí ganó el candidato a gobernador de oposición, pero el PRI ganó la mayoría del Congreso, y la mayoría de los ayuntamientos; de 11 municipios gana ocho.

–No hay más alternativa para su partido que cambiar de fondo.

–Creo que tiene que cambiar y el resultado, digamos que le cimbró más fuerte es este de 2016, porque todavía en 2015 nos vanagloriábamos porque teníamos la mayoría en la Cámara. Sí teníamos la mayoría en la Cámara, pero no la mayoría en los electores. Vamos, con lo sucedido en el proceso de 2016 lo que nosotros no podemos hacer es ponernos una venda en los ojos.

También ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega recuerda que la única elección que perdió fue la candidatura al Senado.

La derrota me hizo sentarme y revalorar lo que había servido, replantear lo que no y, en consecuencia, tomar decisiones que permitieron, exactamente, 10 meses después ganar la gubernatura. Ahora, tenemos una gran oportunidad para el PRI, si entendemos que en lugar de estar repartiendo culpas o de estar buscando culpables, nos sentamos a revisar qué es lo que sí funcionó y dónde nos equivocamos; y, reconocer que donde nos equivocamos estamos obligados a corregir.

El dilema para los partidos–declara– es: si tú me das un mal gobierno, no tienes mi voto; pero, también si tienes un buen gobierno, tampoco tienes mi voto. Uno de los gobiernos mejor evaluados en la elección de 2015 era Querétaro y se perdió en la elección por nueve puntos. Los gobiernos mejor evaluados actuales eran Durango y Aguascalientes, y también se perdieron las elecciones.

–¿Eso cómo lo interpreta?

–No como falta de operación política, sino de un distanciamiento del buen gobierno con lo que el ciudadano quiere, porque a veces cuando estamos en el cargo –y lo digo porque he estado– a veces nos envolvemos sin querer en una burbuja de cristal por el día a día. Creo que los que estamos dedicados a esto tenemos que buscar cómo no distanciarnos de la ciudadanía y escuchar las cosas que verdaderamente les importan.

–La encuestología –tan en boga entre los partidos– ha demostrado que sirve para vender productos, más que atinar en la percepción social –se le comenta.

–Sí, la gente te puede decir lo que está sintiendo. Tienes la posibilidad del desahogo, de liberarte de la presión al responder como ciudadano, y por el contrario conocer la realidad.

Y, en consecuencia, tomar decisiones con base en la realidad y no en las cifras que te traen. Pueden traerte las cifras del Inegi respecto de lo que opinan, pero esa cifra probablemente no está apegada a lo que la gente está sintiendo, aunque sí son cifras reales; pero no son rostros, son números. No puedes dar a la sociedad lo mismo. ¡Eso ya quedó atrás!

–¿Se necesitaría cambiar de fondo los métodos para atraer votantes desde los políticos y de los partidos?

–Y de los propios militantes –de una parte– porque todo militante dice dónde está la línea, y la línea es que no hay línea. Es que debe ser la que el ciudadano quiera.

–¿Observas que tu partido tiene posibilidades para 2018, ante el optimismo de sus opositores?

–Por su puesto, creo incluso que tienen más posibilidades que si hubiéramos ganado, porque la soberbia del triunfo es dura. Y la gente te dice: si me impones un candidato no voy a votar por ti.