Madrid.

Las relaciones bilaterales entre España y Venezuela están en uno de los peores momentos de su historia reciente. El gobierno del derechista Mariano Rajoy, en funciones desde las elecciones del pasado 20 de diciembre, decidió ayer llamar a consultas a su embajador en Venezuela, Antonio Pérez Hernández, a raíz de las recientes declaraciones del presidente Nicolás Maduro, quien calificó a su homólogo español de racista, basura corrupta y basura colonialista.

En un comunicado el gobierno español ha justificado esa medida, que representa el máximo nivel de tensión en los usos diplomáticos –previo a la retirada definitiva del embajador–, en su enérgico rechazo por los intolerables insultos de Maduro. Además, señaló que España se declara preocupada por la situación en Venezuela y aprovecha la ocasión para reiterar su ofrecimiento de ayuda para paliar la grave crisis económica y humanitaria que está padeciendo la población venezolana.

El embajador de Venezuela en España, Mario Isea, advirtió, por su parte, que durante la reunión que sostuvo este viernes en la cancillería española hemos manifestado que nuestro gobierno se defiende de un cúmulo muy grande de injurias, de ataques dirigidos desde medios de comunicación y algunos partidos políticos de derecha en España que se han dedicado a desacreditar el carácter democrático de nuestro gobierno con una campaña persistente a la cual lamentablemente se han sumado instancias de gobierno con declaraciones continuas donde practican la injerencia.

A juicio de Isea, en esta campaña se descalifica al sistema de justicia de Venezuela, señalan que no hay libertad, ni democracia, lo cual estimula a los opositores venezolanos a seguir por la senda de la violencia para tratar de derrocar a un gobierno constitucional y democrático.