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Al coronarse, Ganigan López cumplió una meta familiar
 
Periódico La Jornada
Martes 29 de marzo de 2016, p. a11

El día que Ganigan López decidió ser boxeador desobedeció a su madre. Había elegido seguir el camino de su padre y de su abuelo. Ambos soñaron con convertirse en campeones, pero ninguno lo consiguió. En este deporte todos lo tienen en mente, pero sólo una minoría conquista un título mundial.

Su madre conocía los sacrificios, malas pagas y sufrimientos que la carrera exige a un aspirante a profesional. Campeón sólo hay uno. Mejor estudia y así tendrás más oportunidades de hacer algo en la vida, le aconsejó.

Contra el miedo materno, Ganigan conquistó el título minimosca del Consejo Mundial de Boxeo el pasado 4 de marzo en Kioto, Japón. Llegó con la incertidumbre de pelear en un país cuyos jueces tienen mala fama de favorecer a los locales, pero derrotó a Yu Kimura por decisión mayoritaria.

Cuando lo declararon vencedor las palabras no le salían en ese momento. Recordó el consejo materno, las carreras que no culminaron en campeonatos de su padre y abuelo, y en todo el sufrimiento al que se somete un boxeador profesional. Tuve momentos de flaqueza, de temor a que las cosas no salieran bien y perdiera mi gran oportunidad, relata.

Sintió que era un triunfo colectivo. Que tendría un porvenir prometedor. Ganigan alterna su oficio con un puesto administrativo en el ayuntamiento de Amecameca con un sueldo modesto –reconoce– y completa los ingresos con clases de boxeo. Ahora hay que mantenerse porque abundan historias de campeones que perdieron todo a la primera. Por eso a veces me da miedo perder de pronto lo que soñé toda la vida.