El Consejo de la Judicatura Federal (CJF) investiga al juez segundo de distrito de procesos penales federales en Tamaulipas, Noel Castro Melgar, por recibir dos centenarios (con un costo superior a 24 mil 400 pesos cada uno) y el pago de boletos de avión de un subordinado, a cambio de mantenerlo en el empleo.

La secretaría ejecutiva de disciplina del CJF analiza también la queja presentada por 14 trabajadores del mismo juzgado –incluido el quejoso que le entregó los centenarios– por acoso y hostigamiento laboral; dada la gravedad del asunto, los trabajadores del Poder Judicial de la Federación denunciaron también al juzgador ante la Procuraduría General de la República (PGR) para que tome cartas en el asunto.

Las denuncias, cuya copia posee La Jornada, dan cuenta de cómo Castro Melgar obligó a N (se omite el nombre por seguridad del trabajador, al igual que el de sus compañeros para evitar represalias, aun cuando las quejas presentadas por las autoridades van firmadas con sus nombres) a comprarle los dos centenarios, e incluyen las facturas de la Casa de Moneda y boletos de avión y reservaciones de hotel en Reynosa, Tamaulipas –a nombre de la esposa del juez y de sus hijos–, por un monto cercano a 15 mil pesos, pagados con la tarjeta de crédito del trabajador.

A su vez, el juzgador abrió un proceso contencioso laboral, con el argumento de que su trabajo lo desempeña con imprudencia, descuido y negligencia, y lo citó para el próximo 18 de marzo para que, en el contexto del proceso administrativo en su contra, alegue lo que a su derecho convenga.

Fuentes del CJF aseveraron que si el juez resuelve dar de baja al quejoso –quien señala además que sufre acoso laboral para obligarlo a firmar su renuncia– antes de que termine la investigación, sería un antecedente muy arriesgado en su contra, y no descartaron que el consejo emita medidas cautelares para proteger a los denunciantes, en tanto resuelve.

N relata que el pasado 15 de septiembre –empezó funciones en marzo de 2015–, el juez le pidió la renuncia con el argumento de que necesitaba realizar movimientos administrativos.

En ese lapso –indica– dicho titular me dijo que iba a pedirme un favor, al momento en que me dio una copia respecto a la adquisición de un centenario que había que comprar en la Casa de Moneda de México.

A su regreso (21 de septiembre) a Tamaulipas, el juez le dijo que contara con su plaza –la cual le retiró porque no le había autorizado que fuera a la capital del país–, previa entrega del centenario.

Después, enfermó su madre, y cuando pidió permiso al juez para ir a verla a la Ciudad de México, inicialmente se opuso, pero lo dejó ir, aunque “me iba a pedir un favor: que le trajera otro centenario, y así servía que visitaba a mi mamá.

En ese momento, le dije que no estaba de acuerdo, pero que si esa era su decisión, pues ni hablar, porque necesitaba seguir trabajando, ya que a su madre la atendían en el Issste por ser empleado del gobierno. Por esa razón, añade, se negó a renunciar, lo que provocó el enojo del juez.