Hasta 80 por ciento de los niños con cáncer concluyen el tratamiento médico y cinco años después siguen con vida. Pero en México no hay información de lo que ocurre con ellos en el largo plazo, a pesar de que 95 por ciento de supervivientes quedan con alguna secuela crónica, como fibrosis pulmonar o daño neurológico, a causa de las sesiones de quimio y radioterapia. Incluso existe el riesgo de un segundo tumor, aseguró Farina Arreguin González, jefa del servicio de oncología del Centro Médico Nacional (CMN) 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste).

Ayer, el director general del organismo, José Reyes Baeza Terrazas, puso en marcha la estrategia nacional de la Clínica de Supervivientes de Cáncer Infantil, a fin de dar el seguimiento necesario a los pacientes. Aseguró que se contará con los recursos económicos para ese fin.

Además de los medicamentos más efectivos para el control o erradicación de los tumores malignos, el funcionario señaló que también tendrán las prótesis aquellos que las requieran.

Baeza Terrazas comentó que el programa inicia en el CMN 20 de Noviembre con 20 pacientes y serán incorporados los cerca de 300 que han sido atendidos en ese nosocomio. Además, se extenderá a los hospitales regionales y generales del Issste donde existan servicios de oncología.

Miguel Ángel Pezzoti, jefe de pediatría y maestro de ceremonias en el acto realizado en el auditorio principal del complejo médico, planteó la importancia de que los problemas económicos no repercutan en la misión de los servicios de salud.

En cuanto a los supervivientes de cáncer, Arreguin González explicó que entre los objetivos del programa está ayudar a los pacientes a reincorporarse a la vida normal. Después de un tratamiento que puede durar varios años, los infantes presentan, además de alguna secuela en su salud, depresión, ansiedad y estrés, generados principalmente por el temor de que la enfermedad resurja.

Se ha comprobado, dijo, que los niños con cáncer retrasan su maduración física y neurológica. También pueden sufrir algún efecto adverso en la fertilidad.

Cuando por el tumor hubo necesidad de alguna amputación, los pacientes son víctimas de discriminación en la escuela y el trabajo. Además, están en mayor riesgo de caer en las adicciones. Estas y otras situaciones casi nunca se atienden de manera profesional, señaló la especialista.

Arreguín resaltó la importancia de que el personal médico y de enfermería cuente con herramientas para dar la mejor atención clínica, pero también para responder las preguntas de los niños: si van a morir por el cáncer o se van a curar, por ejemplo. Siempre hay que dar esperanza. Hay posibilidad de que se salven, por eso llegan aquí (al hospital), indicó.