Muchas se convierten en impulsoras del desarrollo en sus pueblos
Viernes 18 de diciembre de 2015, p. 7
Diariamente 400 mujeres migrantes ingresan a México por la frontera sur, según datos del Movimiento Migrante Mesoamericano. Hasta hace poco se pensaba que los hombres iniciaban el éxodo y que ellas los seguían tiempo después, pero ya no es así, afirma el activista Aldo Ledón Pereyra.
Hoy se celebra el Día Internacional del Migrante y desde hace cinco décadas los varones representan 51 por ciento de la movilidad, de acuerdo con el Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi). Ese fenómeno es prácticamente igual para ambos, señala en entrevista Ledón Pereyra, de la organización Voces Mesoamericanas. La diferencia radica en los roles que ellas asumen en sus lugares de origen, destino y retorno
.
Algunas centroamericanas son expulsadas por la violencia generalizada o la pobreza que padecen en sus países –de la misma forma que los varones–, pero otras además han vivido discriminación y abuso precisamente por su género y por ello deciden partir.
Otras buscan vivir en un lugar diferente porque megaproyectos de mineras o de empresas generadoras de energía eólica establecen sus negocios en los territorios donde ellas viven, al igual que ocurre en México, apunta. Esto constituye un desplazamiento forzado
.
De enero a mayo de este año 12 mil 639 fueron detenidas, de ellas 4 mil 168 eran niñas; esa cifra representa 81 por ciento más que en el mismo periodo de 2014, de acuerdo con información de la Secretaría de Gobernación. La violencia que algunas sufren en los centros de detención muchas veces es sexual, lo cual ocurre no sólo en México, sino también en Estados Unidos, la nación a la que gran mayoría busca llegar.
Ledón Pereyra advierte una violencia naturalizada desde la propia sociedad
mexicana en contra de las migrantes centroamericanas. Las relacionan inmediatamente con el trabajo sexual y a las que son indígenas las relegan a trabajos domésticos y de cuidado
. Esto último también ocurre con las connacionales, aclara.
Pensar de esa forma justifica las vejaciones de las que son objeto, incluso el feminicidio
(asesinato violento de una mujer por ser mujer). Si le ocurre a una migrante “suponen que estaba metida en la prostitución, como si además eso acreditara que la maten. Y decir eso, que andaba en ‘esas cosas’, es como si los tranquilizara por lo sucedido”.
El activista resalta que muchas se convierten en actores principales para su comunidad. Construyen redes distintas de apoyo hacia su pueblo
.