Viernes 18 de diciembre de 2015, p. 7
En 2014, la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwlac) atendió 228 casos de trata, explotación sexual y esclavitud en México. La mayoría de las víctimas tenían entre 12 y 18 años, informó Teresa Ulloa Ziáurriz, directora regional de esa organización, al presentar el informe anual del Sistema de Alerta Roja (SAR).
El crimen organizado, dijo, participó en casi 70 por ciento de los crímenes. Si bien el informe no incluye todos los casos que ocurren en el país, sí refleja que México es un muy buen ejemplo de lo que ocurre con el fenómeno de la trata y “cómo la delincuencia organizada las usa para convertirlas en sicarias, mulas y la más reciente modalidad: las niñas dedo, pequeñas que son obligadas a hacer amistad con otras para saber si son susceptibles de ser secuestradas o si pueden extorsionar a su familia”, afirmó.
En 2006, la Catwlac creó el SAR para localizar y rescatar mujeres, niñas y niños reportados como desaparecidos, secuestrados o levantados, quienes podrían ser víctimas de formas contemporáneas de esclavitud
. La información que han logrado recabar, basada en los casos que atienden, es presentada desde hace tres años en un documento que proporciona un horizonte de los delitos que engloban las llamadas nuevas maneras de esclavizar, como la trata o la explotación sexual.
De 228 casos estudiados, 212 eran mujeres
El año pasado, de las 228 víctimas, 212 fueron mujeres y 16, varones. Tres de ellas provenían de comunidades indígenas. Lo cual no quiere decir que sean menos vulnerables, sino que es menos probable que logren contactarnos
, apunta el informe.
Las jóvenes de entre 18 y 25 años son el segundo grupo que ha sido víctima de diversos tipos de abuso, le siguen las mujeres entre 25 y 35 años, y luego niñas entre cinco y 11. La mayor parte de los varones registrados fueron niños de hasta 12 años.
De 228 casos, 104 pertenecen a un estatus socioeconómico medio-bajo, 72 son pobres y 16 padecen pobreza extrema. Ocho casos fueron de mujeres de clase media y una de clase económica alta. Eso demuestra que no es un asunto de pobreza; cualquiera puede caer en las redes de esos delincuentes
, sostuvo Ulloa Ziáurriz.
Las formas más comunes de atraerlas son la fuerza, el engaño y la seducción. En 43 casos el esposo, pareja o ex pareja sentimental fueron los reclutadores; 31 eran sólo conocidos, ocho de ellas fueron incorporadas por sus jefes o compañeros de trabajo y siete por su padre o madre.