La sobrerrepresentación de Europa o recompensar a África, entre las posibles pistas
Desde 1993 ningún estadunidense lo ha recibido
La equidad de género ha mejorado
Miércoles 7 de octubre de 2015, p. 7
Estocolmo.
Acertar el nombre del Premio Nobel de Literatura, que será anunciado el jueves, es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Hay plétora de candidatos pero ningún indicio sobre el nombre del afortunado escritor.
Svetlana Alexievich, Mircea Cartarescu y Joyce Carol Oates figuran entre los más mencionados para suceder en la prestigiosa lista de premiados al francés Patrick Modiano.
El suspenso se mantiene hasta el último minuto, para gran regocijo de las casas y sitios de apuestas en Internet.
El Premio Nobel de Literatura es una competición un poco misteriosa. Cada uno quiere el prestigio de haber adivinado el nombre del ganador
, confía Jonas Nilsson, responsable de comunicación del sitio de apuestas Unibet Suède.
Los observadores más perspicaces ni siquiera se animan a lanzar un pronóstico.
Lo cierto es que a la Academia Sueca (que designa al galardonado) le gusta sorprender
, dice Gustav Källstrand, conservador en el Museo Nobel, que estalla de risa cuando se le pregunta cuál es su favorito.
Es imposible decir quién será el galardonado este año. Hay más de cien autores posibles, incluso más
, resume por su parte Madelaine Levy, crítica literaria del diario Svenska Dagbladet.
Método consistente
El método de la Academia no varía desde que se instauró el premio en 1901. En febrero, ésta define la lista de todas las candidaturas que ha recibido y en mayo la reduce a cinco nombres.
Durante el verano los miembros de la Academia estudian escrupulosamente la obra de los cinco candidatos para finalmente elegir al ganador, cuyo nombre se conoce en los primeros días de octubre.
En medio de tanta incertidumbre, los expertos analizan las tendencias de los últimos años con la esperanza de encontrar algunas pistas como, por ejemplo, que Europa está sobrerrepresentada.
“Últimamente la Academia tendió a interesarse en los autores que auscultan la identidad europea posterior a la shoah” y también en los que exploran las huellas del colonialismo
, considera Björn Wiman, director de cultura del diario Dagens Nyheter.
En ese contexto, Levy imagina que el premio no será para un sueco, tampoco después de Tomas Tranströmer (galardonado en 2011), ni para un francés después de Modiano
en 2014.
Sin embargo, Jens Liljestrand, crítico literario del diario Expressen, considera que el criterio geográfico es ajeno a la Academia.
“No es como designar la ciudad que va a acoger los Juegos Olímpicos, donde el comité dice: ‘este año le toca a África’”, comenta Liljestrand.
Sin embargo, en los medios culturales suecos se dice que estaría bien recompensar a un escritor africano, como el keniano Ngugi wa Thiongo, el somalí Nuruddin Farah o el nigeriano Ben Okri.
Otra posibilidad es que un escritor de Estados Unidos reciba el premio, terminando con varios años de una penuria completamente incomprensible
, opina Liljestrand.
En 1993, la novelista Toni Morrison fue galardonada y desde entonces Estados Unidos no tiene un ganador en esta categoría tan competida.
La Academia ha manifestado cierta aversión en relación con la literatura estadunidense; personalmente, no protestaría si (Philip) Roth u Oates fueran recompensados
, dice Wiman.
Más allá de las consideraciones geográficas, la muy feminista Suecia otorgó este premio sólo a 13 mujeres de 111 laureados desde 1901.
Durante mucho tiempo ser un hombre mayor era una ventaja. La Academia no reflexionaba sobre esa problemática: la desigualdad de género
, destaca Madelaine Levy.
En una década, las estadísticas, que todavía no son satisfactorias, indican una sensible mejora
, lo que demuestra una toma de conciencia, agrega Levy.
Recientemente ha sido designada una mujer cada tres años. Están más atentos a eso
, dice Jens Liljestrand.
La preferida de las apuestas es la bielorrusa Svetlana Alexievich, candidata consistente, tanto más cuanto que su obra está en la frontera del reportaje y la novela, género que no ha sido recompensado
, destaca Wiman.
Otra candidata que cobró fuerza es la estadunidense Ursula Le Guin, pero su elección implicaría que la Academia se convierta a la ciencia ficción, género que sigue suscitando la desconfianza de la aristocracia literaria.