Opinión
Ver día anteriorSábado 7 de marzo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y sociedad

Oficio de ladrones

V

otar o no votar. Un sistema de partidos políticos sin proyectos inteligentes para el país; con millonarios financiamientos, trampas monumentales, nepotismo y rebatinga por el hueserío no puede ser el camino correcto a ningún futuro deseable. Pero es tanto el agobio y la confusión en la que nos tienen los políticos con sus mentiras, sus desvergüenzas y sus dobles mensajes, que todavía hay quien cree que se puede llegar a una real democracia por la misma vía que nos trajo al estado de desastre en que estamos hoy.

Decía Napoleón Bonaparte que cada acto de todos los individuos se realiza por tres únicas razones: por honor, por dinero o por amor. Los ciudadanos mexicanos nos conformaríamos con que los actos de los políticos respondieran en 33 por ciento a cada una de esas causas. Pero no, ellos sólo se mueven con la brújula del dinero. Pónganme donde haya, es el famoso dicho de la clase política mexicana.

La ambición de los poderosos, la acumulación y concentración patológicas de la riqueza, además de no permitir que el conjunto de la sociedad mejore, ha hecho que la miseria y la falta de oportunidades aumenten y alcancen cada vez más capas sociales y nuevas generaciones. Es así que una supuesta cruzada contra el hambre no tendría razón de ser en un país que en las últimas décadas ha tenido tal abundancia, salvo que su abundancia se ha quedado en muy pocas manos. Hay hambre por falta de vergüenza de los gobernantes, le dijo claramente Lula da Silva a EPN, en su última visita a México.

Como si no fueran ya suficientemente escandalosos los sueldos y privilegios de los funcionarios, todavía se llevan a sus cuentas privadas todo lo que pueden y de la oportunidad de obtener ganancias ocultas dependen los proyectos que se hacen o los que no se realizan, aunque sean más urgentes para el bienestar de la gente. Es el caso de las tabletas que la SEP repartió en escuelas que carecen de baños y agua potable, o de los 396 millones que se extraviaron en la cruzada contra el hambre, según la Auditoría Superior de la Federación. Por eso decimos que nuestro sistema político es una cleptocracia: sistema en el que gobiernan los ladrones.

Y no veo cómo, con los actuales partidos políticos y sus costosísimas elecciones, pueda cambiar esta realidad que nos tiene al borde de la esquizofrenia social.

Hace falta diseñar una nueva plataforma y mecanismos tales que permitan que los mejores –y no los peores– hombres de México sean los que gobiernen. Porque como advirtió desde la cultura jónica el viejo Demócrates: Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla.