El escritor francés Pierre Lemaitre habla de su nueva novela, Nos vemos allá arriba
La guerra es un acto fundador; a la Europa de hoy la hicieron 10 millones de muertos
Lunes 3 de noviembre de 2014, p. 9
Madrid.
El novelista francés Pierre Lemaitre, nacido en París en 1951, se ha convertido en un fenómeno editorial y literario gracias a su novela más reciente, Nos vemos allá arriba, de la editorial Salamandra. Gracias a esta historia sobre la Primera Guerra Mundial, en la que a veces conviene recordar
que hubo 10 millones de muertos y 20 millones de heridos, no sólo se ha convertido en un escritor de éxito en ventas, con más de medio millón de ejemplares vendidos sólo en Francia, sino que le valió también para ganar el prestigioso premio Goncourt.
En entrevista con La Jornada, Lemaitre ahondó en la gestación y escritura de una novela que arranca con la siguiente frase: Todos los que pensaban que aquella guerra acabaría pronto habían muerto hacía mucho tiempo. Precisamente, a causa de la guerra
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–En esta novela pasó del género negro a la novela histórica. ¿Decidió hacer eso porque se siente más cómodo?
–La novela policiaca es un género con muchas limitaciones técnicas. Es un género difícil porque uno tiene permanentemente que enfrentarse a acotaciones muy estrechas; tiene que haber suspenso, intriga, tensión para sorprender, en fin... todo eso son limitaciones. Así que cuando empecé esta novela, que no era del género policiaco, respiré con alivio y rencontré una libertad que había olvidado. Tenía más tiempo, más libertad narrativa y un espacio desconocido para mí.
–El inicio de la novela es muy potente literariamente. De hecho incluso se le compara con el inicio de la Metamorfosis, de Kafka, o Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez...
–No puedo aceptar la comparación con Kafka o García Márquez sin decir que me parece desmedida y que me siento adulado. Cuando arranco este libro me encuentro con un problema técnico importante; el tipo de literatura de aventuras que escribo necesita que el lector entre rápidamente en la historia y en contacto con los personajes. El principio es neurálgico y es de alguna forma la herencia de la novela policiaca. Uno necesita que la acción se lance rápidamente, así que en todas mis novelas busco la eficacia en el principio de la historia. Que el lector entre rápido en la historia y que la puerta se cierre detrás de él.
“Otro problema que tenía la novela era el de la guerra. Escribo en el siglo XXI, tengo más de 60 años, nunca he conocido físicamente una guerra, tengo la suerte de vivir en un país que no ha vivido una desde hace casi un siglo. Por tanto, hablo a lectores que tampoco saben qué es un guerra. Y las dificultades que quiero contar y que el lector sienta físicamente la injusticia vivida por hombres que han hecho una guerra y que luego tienen dificultades al volver a casa. Así que tengo que hacer entender qué es un guerra, si no mi historia no funciona. El lector tiene que vivir una experiencia de guerra para que comprenda que es profundamente injusta; para eso lo tiene que vivir emocional y físicamente. Por tanto, no tengo otra solución que fabricar una escena de guerra en la que intento hacer algo bastante sencillo: cavo un agujero, echo al lector dentro, lo cubro y cuando el lector ya está en situación de asfixia lo saco y le digo que eso es la guerra.
–Cuando se lee la novela, uno se da cuenta de que está frente a una de aventuras, pero con un trabajo literario muy complejo. Y que esa complejidad está planteada además de forma muy sencilla. Lograr eso supongo que hay sido muy difícil.
–A veces el público y la crítica denuestan a la literatura popular, pero al mismo tiempo es verdad que existe una literatura simplista y demagógica que gusta a mucha gente y que son libros de muy mala calidad. Por tanto, hay que ver con lucidez que en la literatura popular hay cosas muy malas, por lo que la mala reputación a veces es merecida.
“Ahora bien, en la literatura, como en otras artes, lo más difícil es hacerla sencilla. Es una idea que puede parecer un poco tonta, pero Georges Simenon decía que si se quiero que Juan abra la puerta, se debe escribir: ‘Juan abrió la puerta’. Sin hacer frases largas de un hecho sencillo. Yo me considero un artesano, y creo que el arte de la novela consiste en hacer muy bien algo muy sencillo. Y sí, es muy difícil lograr esa sencillez. Si yo me arranco a escribir puedo hacer frases con muchas palabras y con muchas imágenes, pero lo difícil es volver al núcleo de un personaje o de un tema o de una acción que sea eficaz y con medios sencillos.”
–Además de que todas las historias ya están contadas y sólo cambia la forma de contarlas, ¿no?
–Así es. Y hay algo en el posmodernismo en lo que me reconozco bastante bien, y es esa idea de que desde que el ser humano tiene lenguaje y cuenta historias, efectivamente todas las historias ya se han contado y ahora las escribimos con los modos y el imaginario actual.
–Hablar de la Primera Guerra Mundial como escenario de la novela, ¿es una manera de recuperar esa verdad histórica de la que se habla poco, y de confrontarla con la propaganda?
–La Primera Guerra Mundial ocupa en el continente europeo un lugar muy particular. Es el acontecimiento fundador de Europa como la conocemos hoy. Hay que recordar que esa guerra borró del mapa cuatro imperios e hizo nacer nuevos países, por lo que dibujó el mapa del continente europeo hasta hoy. La guerra es un acto fundador de Europa y sólo esa idea da vértigo al pensar que hicieron 10 millones de muertos y 20 millones de heridos para construir la Europa en la que vivo. Por tanto, eso es algo muy importante en la cultura francesa y explica que esta guerra no tiene parangón.
“El tema de la propaganda es otra cuestión. La forma en la que los historiadores cuentan esta guerra ha cambiado mucho, en parte, porque las herramientas de análisis y de documentación que tenemos hoy día son diferentes y eso nos permite tener una mirada distinta a esa realidad histórica y también ha permitido romper con el análisis patriótico que se hizo de la guerra.
Una guerra que además nos habla de nuestro mundo presente... No hay mayor crimen que una guerra mundial. Al final, vemos personas que no encuentran su sitio después de una guerra absolutamente asesina. En el fondo tenemos un sistema social incapaz de hacer un lugar a todo el mundo
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