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Vox libris
De lo sublime a lo imperdonable
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de octubre de 2014, p. a16

La de los mundiales de futbol es una historia apasionante, tanto por lo que ha ocurrido dentro de la cancha, con partidos, jugadas y jugadores inolvidables, como por todo aquello que sucede, genera y aglutina.

Para no ir más lejos, en cuanto a lo que es capaz de provocar, la ilusión de los pobladores de los países participantes por ver erigido en campeón a su representativo. Sueño que, en algunas naciones, como la nuestra, por más lejano y disparatado no deja de repetirse cada cuatro años.

Esta, en su conjunto, es materia en la que nos adentra el libro Baile de marcadores mundialista, un interesante y ameno recuento de lo que han sido 19 de los 20 campeonatos disputados hasta la fecha.

La perspectiva empleada por su autor, Horacio Reiba (Puebla, 1948), es de tipo histórico mas no historiográfico. Es decir, los datos duros se entremezclan con sus comentarios, recuerdos, anécdotas y reflexiones, así como su pasión y juicio crítico.

Así, ofrece 84 breves y emotivas narraciones en las que el balompié es el centro del relato, al tiempo que explora el acontecer político y social que rodeaba cada uno de los encuentros mundialistas, con lo que plantea una mirada más amplia y detallada que trasciende el terreno de juego.

Ejemplos de este ejercicio son los recuentos que hace de las transas y cochupos que han enturbiado la historia de esa competencia deportiva.

De acuerdo con el también ingeniero químico y maestro en Ciencias del lenguaje, la influencia gubernamental ha sido decisiva en, por lo menos, cuatro copas del mundo: Italia 1934, Inglaterra 1966, Argentina 1978 y Corea-Japón 2002.

En la primera, incluso se dio el llamado Robo del siglo, como se conoce al juego de desempate que Italia disputó contra España en la ronda de cuartos de final de la copa en la que los azzurri eran el país anfitrión.

Este encuentro ocurrió luego de un primer partido en el que ambas escuadras empataron a un tanto y del que las crónicas hablarían en lo sucesivo como La Batalla de Florencia, debido a que la mitad de los combatientes quedó imposibilitada para el juego decisivo.

El desempate lo ganó Italia 1-0 con un gol que nunca debió contar, pues se aseguraba que a Nogués, el arquero sustituto de la Roja, lo abrazaba De Maria mientras Meazza remataba a la red, ayudado con la mano, mientras simulaba cabecear. Ya los iberos jugaban con 10 elementos por lesión de Bosh. Aun así lograron introducir dos balones en el marco local, por medio de Regueiro y Quincoces, pero el árbitro suizo René Mercet anuló la jugada sin mayores explicaciones, rememora el autor.

“Al calor de la lucha, Campanal y Monzeglio intercambiaron puñetazos sin que el réferi interviniera, como tampoco se inmutó cuando Monti dejó rengo a Chaco como consecuencia de un encontronazo brutal. En medio del clamor que siguió al triunfo italiano, de poco sirvió que España se llamara a estafa.

Luego se supo que la federación de Suiza, avergonzada por el desempeño de su compatriota Mercet, decidió suspenderlo de por vida, un eco minúsculo de lo que bien puede considerarse el mayor robo mundialista en la primera mitad del siglo XX.

Publicado en 2013 por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, una de las singularidades de Baile de marcadores mundialista consiste en que el autor se aleja del canon cronológico que caracteriza a este tipo de recuentos históricos, para proponer un orden determinado por los marcadores que se han presentado con mayor frecuencia en el transcurso de los 772 partidos disputados desde Italia 1934 hasta Sudáfrica 2010.

Todo comienza con un juego con empate a cero, resultado que se dio por vez primera hasta la quinta copa del mundo, en Suecia 1958, y que hasta Sudáfrica 2010 se había repetido en 63 ocasiones, y culmina con la inmisericorde goliza que Hungría propinó a El Salvador el 15 de junio de 1982, en el Mundial de España.

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Dividido en cuatro capítulos, se trata de un libro histórico sin concesiones. En él se da cuenta de algunos de los aspectos más sublimes y brillantes del futbol, como son jugadas y anécdotas asombrosas a cargo de grandes figuras (Pelé, Maradona, Cruyff, Platini, Bergkamp, Vogts, Beckenbahuer, Müller, Zico, Paolo Rossi...), pero también se expone su lado oscuro e imperdonable, como son algunas de las ocasiones en las que el balompié ha sido ensuciado por trampas de diversa índole para servir a intereses extradeportivos.

Tuya, mía, te la presto

Igual de disfrutable e interesante que el libro anterior es el que lleva por título Tiempo de compensación: para leer en la banca, una coedición del Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México, Mantarraya y Hostería La Bota.

Se trata de una antología de 22 textos breves que buscan los orígenes mitológicos que hacen del futbol lo que es hoy: el ritual lúdico más repetido a la vez que irrepetible –ningún juego se parece entre sí– del planeta, según se consigna en la presentación del libro.

En la integración de este lúdico material participaron autores reconocidos y noveles, todos mexicanos, sea con un cuento, una crónica, una entrevista o una invención.

De tal forma, al tiempo que transita de un momento a otro entre lo real y lo imaginario, el lector puede enterarse cómo llegó el primer balón de cuero a México, de por qué Javier Hernández, el Chicharito, le salva la vida a un hombre en estado de guerra, además de descubrir ciertos secretos que sólo conocen los jugadores llaneros.

Pelé, Hugo Sánchez y Zidane son algunas de las figuras que aparecen en este variopinto mosaico literario, en el que también se reflexiona sobre la rebeldía en el futbol, se contrapone la imagen de Cuauhtémoc Blanco frente a las buenas conciencias, se narra cómo una mujer se vuelve loca por el Tilón Chávez y se cuenta la probable historia de un hijo del Káiser que pudo haber jugado en el Atlante.

Es un libro que detona la fantasía pero también satisface el prurito por el dato enciclopédico, que lleva a las entrañas mismas del pensar y el hacer de un futbolista y permite situarnos a ras de cancha, en un estadio o frente a un televisor y entender así algunos de los porqués el balompié es más que un simple juego.

Entre los autores participantes en este juego de tuya, mía, te la presto, figuran Antonio María Calera-Grobet, Javier García-Galiano, Félix Fernández Christlieb, Vanessa Téllez, Xitlalitl Rodríguez, Atahualpa Espinosa y Amelia Nava.

Telón de fondo

El futbol es también protagonista de la más reciente novela de Santiago Rocangliolo, La pena máxima, publicada por Alfaguara, si bien lo hace como telón de fondo de una vertiginosa e intrigante historia en torno de una serie de crímenes cometidos en un momento crucial de Perú.

Es un vibrante thriller en el que reaparece Félix Chacaltana, protagonista de Abril rojo, libro con el que el escritor peruano obtuvo en 2006 el Premio Alfaguara de Novela.

En esta ocasión, ese metódico y disciplinado joven burócrata policiaco será conducido por su trabajo a un laberíntico conglomerado de situaciones en las que la política, el futbol, la lucha por sobrevivir y la muerte se entreveran de manera casi asfixiante.

Una historia sobre hasta dónde puede llegar el ser humano en la defensa de sus ideales, contada a partir del hilo conductor de los partidos que la selección peruana disputó en la Copa Mundial de Argentina, en 1978, en la que fue eliminada por el equipo local, a la postre el campeón.

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