a secuela ya estaba anunciada al final de El planeta de los simios: (R)evolución (Matt Reeves, 2011): una multitud de simios rebeldes se ha refugiado en un bosque a las afueras de San Francisco, mientras el virus ALZ-113 ha empezado a diezmar a la población humana. Así, El planeta de los simios: confrontación se inicia con uno de esos montajes poco imaginativos de escenas de caos, mientras diversos personajes –Barack Obama, incluso– hablan de la urgencia de la situación, pues todo ha empeorado. Sólo una de cada 500 personas ha sobrevivido en el mundo, que se ha hundido en la anarquía. Los simios, en cambio, han desarrollado su propio ecosistema en el bosque, han logrado montar caballos (a saber de dónde los sacaron) y han perfeccionado su método de cacería; la única amenaza es que el foco de humanos sobrevivientes en las ruinas de San Francisco queda demasiado cerca.
Dirigida por el mediocre Matt Reeves y escrita por Rick Jaffa, Amanda Silver y Mark Bomback, la película es una secuela notablemente carente de ideas. Todo parte de un esquema de oposición entre simios, básicamente buenos –salvo un resentido llamado Koba (Toby Kebbell) que reta el liderazgo de César (Andy Serkis)–, y los humanos, que piden permiso de entrar en su territorio para arreglar la planta eléctrica de la presa O’Shaughnessy y así proveer de luz a San Francisco. Estos también tienen a un personaje beligerante, el ex militar Dreyfus (Gary Oldman) que ha acumulado en la ciudad un arsenal de armas para combatir a los simios.
Los únicos personajes con algo de personalidad distintiva son los chimpancés rivales. César ha progresado no sólo como un simio parlante, sino como el líder sabio de su comunidad. La expresiva actuación de Serkis, a través de la técnica de captura de movimiento
, habla de los conflictos internos del primate, que debe decidir si confiar en los humanos es una buena idea, al mismo tiempo que su pareja Cornelia (Judy Greer) sufre una enfermedad posparto. Mientras el villano Koba sobresale, además de su fealdad, por su rencor salvaje contra quienes lo maltrataron en su experiencia de laboratorio. Por su parte, los humanos positivos –Jason Clarke, Keri Russell, Kodi Smit-McPhee– pueden resumirse como la Familia Bonita de Buenas Intenciones sin otra cualidad que la saque de lo anodino.
No hay rastros de la intención satírica de la novela de Pierre Boulle, ni su primera adaptación (Franklin J. Schaffner, 1968). En la visión chata de Reeves –responsable de Cloverfield: monstruo (2008), el Godzilla para la generación YouTube, y el inútil remake hollywoodense de Déjame entrar (2010)– no hay cabida para el ingenio en una propuesta prosaica que básicamente ilustra la continua confrontación armada de las especies.
Son los responsables de las imágenes creadas digitalmente quienes se llevan el crédito de la creatividad en este proyecto. La técnica ha evolucionado de tal manera que los simios han dejado de parecer pintados y sí dan la impresión de estar hechos de carne y hueso. Sin embargo, la escueta trama sólo les ha permitido escenas colectivas de agresividad, que llegan a su apogeo en la batalla final. La imagen triunfante de Koba disparando dos ametralladoras al tiempo que cabalga un caballo sin duda entusiasmará a los fanboys de la serie. Aunque provista de momentos espectaculares, la batalla resulta monótona y confusa.
La anticlimática secuencia conclusiva ciertamente les plantea un reto a los encargados de la siguiente secuela. La franquicia no parece prometer otra cosa que más combates entre humanos y simios digitales.
El planeta de los simios: confrontación
(Dawn of the Planet of the Apes)
D: Matt Reeves/ G: Mark Bomback, Rick Jaffa, Amanda Silver, basado en personajes creados por Rick Jaffa y Amanda Silver, a su vez basados en la novela de Pierre Boulle/ F. en C: Michael Seresin/ M: Michael Giacchino/ Ed: William Hoy, Stan Salfas/ Con: Andy Serkis, Jason Clarke, Gary Oldman, Keri Russell, Toby Kebbell/ P: Chernin Entertainment, Ingenious Media, TSG Entertainment. EU, 2014.
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