a presentación de dos libros de Fernando González Gortázar en el Museo de Arte Moderno, con la presencia de distinguidos panelistas, atrajo entre numerosos asistentes a personajes tan destacados como Teodoro González de León, Graciela Iturbide y Vicente Rojo. Me propongo recoger algunas opiniones de los interventores en lo que fue más que un panel de discusión, un panegírico.
La introducción de Magdalena Zavala fue coloquial y afectiva, seguida de la peculiar pieza de Daniel Garza Usabiaga, quien estuvo a cargo del guión ideológico de la muestra, asistido por un eficiente equipo curatorial capitaneado por Eugenia Macías.
Inspirado por Fernando, Daniel ideó su pieza Especulaciones a futuros: fracasos y atrevimientos en torno a un personaje imaginario (un poco ciencia ficción, un poco 1984) que dentro de 100 años se topa con la obra del arquitecto y escultor. Así, v.gr. el único vestigio que quedó del nunca realizado proyecto del zoológico en San Juan de Aragón, donde podrían haberse observado animales que sólo aparecen y viven de noche, es percibido por este viajante a futuros como el testimonio de una relación inadecuada con la naturaleza, debido, claro está a que ya no habrá allí naturaleza alguna; en tanto que el laberinto de Guanajuato, que era improductivo
, pero en perspectiva romántica equivale a ensoñación diurna
significó un decirle no
a la generación de las ganancias.
Así las cosas en un presente a distancia, o incluso en este presente, Fernando podría tomarse como un loco porque, ¿qué hace una fuente en un cementerio? Igual puede interpretarse a partir del supuesto esgrimido por Garza Usabiaga, que Fernando es más que alguien en concreto, un vehículo poético, una especie de demiurgo humanista que une la palabra artista
a la de arquitecto
y a la de visionario
en un futuro remembrado.
Puede entonces colegirse que Fernando estará en el panteón de los genios incomprendidos, aunque en su apreciación actual no me parece que exista tal incomprensión, con todo y los proyectos no realizados, aunque sí exhibidos como tales.
En su impactante exposición Resumen del fuego: el fuego es, según José Clemente Orozco, ¿el fuego del Ave Fénix, el de Prometeo o el de Ícaro? Todo a la vez, creo. El director de la Facultad de Arquitectura de Guadalajara, Marcos Mazari, narró un viaje en autobús de Guadalajara a Tepatitlán que tuvo duración de unas 12 horas, compartido con Fernando y otras pocas personas, la meta fue el Centro de Artes que el homenajeado construyó, cuya maqueta y fotografías están en su impactante exhibicicón. Mazari disfrutó el viaje a tal grado que pudo relatarlo con pormenores, como si transcribiera una conferencia.
En 2000 Felipe Leal, director de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lo invitó a impartir la cátedra extraordinaria Federico Mariscal. Fernando advirtió que, como condición para impartirla, no la ilustraría con imágenes que es el modo convencional de proceder en estos casos. Sólo su palabra sería vehículo.
Leal titubeó un poco y la cátedra, con un público casi incontenible, terminó así por ser entendida y disfrutada. El texto a que dio lugar, rescrito totalmente una vez entregada la primera versión, es Fernando González Gortázar: arquitectura, pensamiento y creación en publicación del Fondo de Cultura Económica (FCE), la Facultad de Arquitectura de Guadalajara y la UNAM.
Puede sentirse y percibirse como un monólogo representativo de la síntesis epistemológica del propio autor: algo no semejante, pero quizá análogo a lo que en su momento, a finales del siglo XV y principios del XVI, urdió el también arquitecto León Battista Alberti, con la diferencia de que el libro de Fernando, publicado en 2014, constando precisamente de 2014 páginas, está bellamente ilustrado con dibujos suyos reproducidos en sanguina y podría fácilmenrte duplicar sus dimensiones, pues es inagotable. No tiene índice de nombres, pero una primera revisión arroja desde agujeros negros de las ciudades hasta la poesía de López Velarde, Yellowstone, como el primer parque nacional de reserva ecológica del mundo, Einstein, la Gioconda, Gaudí, los fenómenos de la globalización y, cosa por demás importante, la ética sumada a la ecología arquitectónica. Esa es la propuesta básica.
Está integrado por 10 capítulos representativo de las 10 sesiones de la cátedra que se impartió. Se escuchó la sugerencia de que se convirtiera en libro sonoro al estilo de lectura en voz alta con la hermosa voz del propio Fernando, alabadísimo también como recopilador de música vernácula y popular.
Tomás Granados, editor del FCE, hizo asociaciones muy culteranas, como mencionar a Baltasar Gracián, autor del Siglo de Oro, a quien se le recuerda en varios ámbitos: debido sobre todo a los aforismos de El criticón. Sólo Federico Álvarez, con todo y su parsimonia y su autoridad de décadas, valiéndose elegantemente de una especie de disculpa
por lo que iba a decir, tuvo ciertos atisbos críticos, señalando la racionalidad, no la supuesta irracionalidad del artista arquitecto, junto a sus propias resupuestas poéticas derivadas de su visita esa misma mañana a Resumen del fuego.