empezó por la literatura
En un texto, el escritor resaltó del presidente su devoción por la palabra
Las conversaciones, siempre amenas, sumaron centenares, recordó el cubano
Viernes 18 de abril de 2014, p. 16
Gabriel García Márquez en diversas entrevistas contó que su amistad con el presidente cubano Fidel Castro empezó por la literatura
. Se habían conocido cuando el escritor trabajaba en la agencia de noticias Prensa Latina, en 1960.
Gabo vivió seis meses en la isla y en 1961 fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir a México.
En julio de 1975, García Márquez viajó nuevamente a Cuba para recorrer la isla en toda su extensión porque estaba interesado en escribir acerca de cómo los cubanos rompieron el bloqueo dentro de las casas. No la labor del gobierno ni del Estado, sino cómo el propio pueblo resolvía el problema de la cocina, del lavado de ropa, la aguja de coser, en fin, todas esas dificultades diarias.
Regresó a Cuba en marzo y abril de 1976 con el propósito de realizar una crónica épica de la expedición cubana a África, la primera vez que un país del tercer mundo se había interpuesto en un conflicto en el que estaban involucradas las dos superpotencias del primer mundo y el segundo.
El escritor colombiano había cosechado elogios en todo el mundo por sus artículos sobre el golpe chileno y estaba seguro que Castro no cometería la insensatez de ignorar su talento.
El autor colombiano pasó un mes en el Hotel Nacional de La Habana y un día Castro se presentó allí en un jeep; salieron para el campo y Fidel pasó dos horas hablando de comida.
En el libro Gabriel García Márquez, una vida, Gerald Martin describe este encuentro y señala que Gabo quedó asombrado ante el amor por los hechos y el excepcional dominio de Fidel sobre la alimentación.
García Márquez en una ocasión dijo que la relación del líder cubano con la lectura era bastante particular. No sólo se nutre de información, sino que, además, es un lector tan atento y minucioso que encuentra contradicciones y datos falsos donde uno menos se lo imagina
.
En agosto de 2006, el autor de Cien años de soledad publicó el texto El Fidel Castro que yo conozco, en el que resalta del presidente cubano: “Su devoción por la palabras. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo... Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos.
Cuando habla con la gente de la calle, la conversación recobra la expresividad y la franqueza cruda de los afectos reales. Lo llaman: Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean, le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver. Este es el Fidel Castro que creo conocer: un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables, con una educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues e incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal.
Con motivo de los 50 años de amistad con el escritor colombiano y su esposa, Mercedes Barcha, Fidel Castro publicó un artículo en julio de 2008 intitulado El descanso, en el que señaló: “Nuestra amistad fue fruto de una relación cultivada durante muchos años en que el número de conversaciones, siempre para mí amenas, sumaron centenares.
“Hablar con García Márquez y Mercedes siempre que venían a Cuba –y era más de una vez al año– se convertía en una receta contra las fuertes tensiones en que de forma inconsciente, pero constante, vivía un dirigente revolucionario cubano”.
Fidel Castro también recordó que en una visita a Colombia con motivo de la cuarta Cumbre Iberoamericana, los anfitriones organizaron un paseo en coche por el recinto amurallado de Cartagena, una especie de Habana Vieja, reliquia histórica protegida. “Los compañeros de la seguridad cubana me habían dicho que no era conveniente participar en el paseo programado. Pensé que se trataba de una preocupación excesiva, ya que por demasiada compartimentación los que me informaron desconocían datos concretos. Yo siempre respeté su profesionalidad y cooperé con ellos.Llamé al Gabo, que estaba cerca, y le dije bromeando: ‘¡Monta con nosotros en este coche para que no nos disparen! Así lo hizo’. A Mercedes, que quedó en el punto de partida, le añadí en el mismo tono: ‘Vas a ser la viuda más joven’. ¡No lo olvida! El caballo partió renqueando con su pesada carga. Los cascos resbalaban en el pavimento.Después supe que ocurrió allí lo mismo que cuando en Santiago de Chile una cámara de televisión que contenía un arma automática apuntó hacia mí en una entrevista de prensa, y el mercenario que la operaba no se atrevió a disparar. En Cartagena estaban con fusiles telescópicos y armas automáticas emboscados en un punto del recinto amurallado, y otra vez temblaron los que debían apretar el gatillo. El pretexto fue que la cabeza del Gabo se interponía obstruyendo la visión.”
El artículo El descanso, que escribió hace seis años Fidel Castro, este jueves fue publicado nuevamente en el portal de Internet de Cubadebate con motivo del fallecimiento del autor de El coronel no tiene quien le escriba.
En 1985 el gobierno cubano creó la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que fue presedida por García Márquez, así como la Escuela del Nuevo Cine Latinoamericano, que dirige esa fundación.