Dos hombres por las mejores causas
En Emparan 49 se gestó la revolución cubana
Jueves 27 de marzo de 2014, p. 19
“Si alguna vez se hiciera una historia de la amistad y su significado, habría que poner en la cima la relación que acercó a Ernesto Che Guevara y a Fidel Castro, pocas cosas pueden reflejar de una manera tan íntegra el compromiso de dos hombres con las mejores causas”, de esta manera sintetiza el embajador de Cuba en México, Dagoberto Rodríguez Barrera, la recuperación de un espacio, el número 49 de la calle José Emparán, delegación Cuauhtémoc, donde se conocieron el Che y Fidel.
El diplomático recordó que en carta dirigida a sus padres el Che mencionó el primer encuentro con Fidel, en julio de 1955: platiqué con él toda la noche y en la madrugada yo era ya el médico de su futura expedición
. En este acto se develó una placa conmemorativa en el edificio.
Acompañado por el delegado en la demarcación, Alejandro Fernández, Miguel Torruco Marqués, titular de la Secretaría de Turismo del Gobierno del Distrito Federal, la ex senadora Yeidcol Polevnsky y Antonio Conde, El Cuate, uno de los principales colaboradores de Fidel Castro en la preparación logística para la adquisición de armas y del yate Granma, que trasladó a los expedicionarios a la isla, el embajador destacó la lealtad, el respeto y la admiración que se dispensaron Fidel y el Che.
Trajo a la memoria la llegada a México de Fidel Castro, el 8 de julio de 1955, y la organización del cuartel en el que fragua la revolución cubana, en el recinto que hoy destaca una placa y que entonces fuera casa de María Antonia González, una cubana cuyo hermano murió torturado por personal de Fulgencio Batista. En su casa, Raúl Castro presenta su hermano al amigo argentino. Ese primer encuentro duró 10 horas.
El flechazo fue total y recíproco
, comentó el embajador, al final de la larga plática, “el Che era un miembro más de la futura expedición para liberar a Cuba. De aquel encuentro Fidel ha dicho: el Che era de aquellos por quienes todo el mundo sentía inmediatamente afecto por su sencillez, carácter, naturalidad, espíritu de camaradería, personalidad y originalidad. No hizo falta mucho tiempo aceptarlo en nuestra expedición”.
A su vez, Ernesto Guevara escribió a sus padres: en realidad, después de la experiencia vivida a través de mis caminatas por toda Latinoamérica y el remate de Guatemala, no hacía falta mucho para incitarme a entrar en cualquier revolución contra un tirano. Pero Fidel me impresionó como un hombre extraordinario, las cosas más imposibles era que encarara y él resolvía, tenía una fe excepcional en que una vez que saliese a Cuba iba a llegar, y que una vez llegado iba a pelear y que peleando iba a ganar. Compartí su optimismo, había que hacerlo, que luchar, que concretarlo, que dejar de llorar y pelear, para demostrarle al pueblo de su patria que podía tener fe en él, porque lo que decía lo hacia
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