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José José festejó con lleno total en el recinto de la calle Independencia 50 años de trayectoria

El Príncipe de la Canción se paseó como rey en el Metropólitan

Bromeó: Cuando empezaba llegaba en taxi, luego en limosina, ahora... en ambulancia

Cantó éxitos, como Amar y querer, La nave del olvido y Almohada, que el público festejó con ovaciones

Al final, firmó autógrafos, se tomó fotografías y recibió el cariño de sus seguidores

 
Periódico La Jornada
Martes 25 de marzo de 2014, p. 9

Todo cambia: cuando comenzaba mi carrera llegaba en taxi a El Patio, un centro nocturno maravilloso; después, en limosina, pues eran los días de gloria, pero ahora llego en ambulancia, expresó El Príncipe de la Canción, José José, el pasado domingo, en su concierto en el teatro Metropólitan, ubicado en la calle Independencia, donde sus súbditos lo entronizaron, en el 50 aniversario de trayectoria.

A las 18:50 horas, afuera del recinto, lleno a más no poder, un grupo de sexagenarios rogaba con dignidad al joven que estaba dando acceso a los periodistas que los dejara entrar para ver al José. Un caballero calmó a las damas, que eran las más insistentes, diciéndoles que hasta ese sitio, en la acera, se oía bien la música. La reventa estuvo pesada y los boletos de arriba se sobrevaluaban al doble.

Una orquesta potente acompañó a Chepe Chepe, como también le llaman sus vales. Una algarabía recibió al ídolo de millones. Está en un pedestal, en el corazón de quienes lo admiran y lo comprenden, como a Pedro Infante, El Torito. Un ídolo es eterno, intemporal.

Vestido con traje color blanco, níveo, chasqueó y la orquesta soltó la melodía de Yo soy, reivindicación de sí mismo, quien ha sobrevivido al exceso. Mi papá sí se metió lo de él y lo de muchos más, dijo alguna vez a este medio José Joel, hijo que no desaprovecha la oportunidad para reprocharle ser el causante de divisiones familiares.

La diabetes ha hecho estragos y sus piernas nadan en los tubos del pantalón. La complexión proyecta las complicaciones de la enfermedad.

¡Te amo!, le grita un caballero

La voz otrora de terciopelo, plena de técnica, alarde de respiración, ahora suena cual lija. Los arreglos son fundamentales, porque donde el fraseo se atora entra el estruendo orquestal o los coros. Duele y el dolor ajeno se hace propio. Hay un consaber de por qué está tan mal y del porqué tiene que seguir pisando los escenarios. Como boxeador despilfarrador, tiró su fortuna a grado tal que en el infierno del alcoholismo y las drogas vivía en un coche. Alguna vez fue teporocho.

El baladista, considerado por especialistas (Sergio Romano, por ejemplo) como el máximo representante de la canción romántica de México de las décadas recientes, interpretó O tú o yo, que miles cantaron con él. Por problemas en sus piernas, su caminar es de vaivén. ... Voy a poner cadenas en ti para que no te vayas... Me vas a echar de menos fue una revancha. ¡Pepe!, como le gritaron sus fans, si de algo sabe es de los secretos de la noche. Habla de la embriaguez, de las hormonas que dominan la voluntad y hacen que un hombre pierda hasta el alma por una prostituta. Se arranca con A esa.

Anuncia que interpretará la canción más importante de su carrera de 50 años: Amar y querer. Hay quien ve sin corear y juzga lo que oye. Saben del esfuerzo de José para imitarse, para que su voz sea un eco del pasado. La orquesta vuelve a subir el volumen y cierra fraseos. Todo tiene que marchar como maquinaria de reloj. Pela los ojos que pareciera se van a salir de sus órbitas. Apura a Laura Núñez, su asistente, para que le lleve cinta adhesiva para unir dos micrófonos. José toma aire y cuenta algunos chistes, que para él son oxígeno puro. Hay quien le exige que siga cantando, pues no quieren oír gags. El Príncipe se sabe muchos chistoretes, es una forma de pasar las veladas.

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José José cerró con la clásica Seré, e hizo dos encores con La nave del olvido y El triste, tema que llenó de alegría a la concurrenciaFoto cortesía de la producción

Te quiero así, para aceptar a la pareja sin exigirle que cambie.

¡Te amo!, le grita un caballero. ¡Eres único, mi amor!, es una frase que cruza el espacio, en la voz de una mujer que no parará de declararle sus sentimientos más puros.

Los viejos que rogaban por boletos entraron en ese momento llenos de alegría. Se sentaron entre los reporteros y fueron de los que corearon todas.

Otro chiste paralelo, referente a que un padre de familia, como fue su caso, al nacer el chilpayate lo lleva a sitios para que juegue, al parque, por ejemplo; más tarde, los lleva de viaje a Europa, a los museos, para educarlos, pero ahora los hijos son los que lo llevan a Houston, para vistar hospitales.

Acaba Almohada y en la noche de éxitos e hiperéxitos, anuncia un popurrí de superéxitos que hundirá al Metropólitan en el romanticismo per se, con Buenos días, amor; Amor amor, Me basta...

In crescendo: Desesperado, el tema que sacaba de onda a filósofos y sicólogos a finales de los 70; Mi vida, Gavilán o paloma...

El futuro, afirma, es cosa de Dios. “¡Vivan el presente, y ya Lo pasado, pasado!”, que motivó un aplauso para el amor que a mí ha llegado.

Más golpes al corazón

Más superéxitos: Vamos a darnos tiempo, que refiere a alguien que retomó su dignidad; Amnesia, que le permitió sumarse a los que fingen demencia; 40 y 20, para la conseja de que nadie debe dejar que en el amor se entrometa alguien, ¡porque el amor es de dos! ¡Sólo de dos!

Más golpes al corazón con un popurrí de su disco más vendido, Secretos: He renunciado a ti, Lágrimas, El amor acaba, Lo dudo, Voy a llenarte toda...

El Príncipe está en su palacio. Cierra con Seré, clásica, otra reivindicación, la de un potro al que nadie domó, sólo los años. El encore es obligado y regresa para interpretar La nave del olvido. Otro encore: El triste, que llenó de alegría a la concurrencia.

Para colmo, ya en su camerino, José José tuvo que recibir a cientos que lo querían saludar; unas 500 personas que compraron alguno de sus discos hicieron una filota en espera de que José se los autografiara. Con orgullo, decenas llevaban sus viejos acetatos en búsqueda de la firma del recuerdo. El ídolo suscribió hasta el último producto, dio abrazos, se tomó fotos, recibió besos, apretones de mano, espaldarazos, deseos de que mejore su salud.

Para colmo de colmos, el avión de José, rumbo a Estados Unidos, salía en la madrugada y tuvo que estar en el aeropuerto a las cuatro de la mañana.

Y así no quieren que se agrave.