Debe emprenderse carrera contra el tiempo para evitar una desaceleración mayor, advierte
Debilidad del mercado interno y precarización del sector servicios, entre las causas de la caída
Domingo 23 de febrero de 2014, p. 24
El magro crecimiento que registró la economía nacional en el primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto demuestra que se subestimaron las lecciones y señales de la economía al enfocarse en privilegiar la negociación política para sacar adelante las llamadas reformas estructurales.
Se dejó de lado el aviso que el mercado interno y la economía de Estados Unidos trasmitieron desde mediados de 2012: una precariedad estructural del mercado laboral que provoca pobreza y una desaceleración de la industria
, advirtió el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDEC).
Así que hoy, con las reformas constitucionales aprobadas y en negociación su respectiva legislación secundaria, el magro crecimiento ya tocó la puerta de la industria y comercio nacional
y hay que emprender una carrera contra el tiempo para evitar una desaceleración mayor, alertó.
Al gasto público que el gobierno prevé ejercer este año para generar crecimiento se debe sumar la contribución del sector privado y sortear así la desaceleración, la inflación, el cambio del marco fiscal, la inseguridad, la volatilidad financiera y la depreciación del peso.
En un análisis sobre el crecimiento anual de apenas 1.1 por ciento que tuvo el producto interno bruto (PIB) durante 2013, el IDEC refirió que gobiernos anteriores pensaron que la desaceleración de 2001 y 2008 sería transitoria y determinaron dirigir los esfuerzos a aspectos que consideraron más estratégicos, pero el resultado fue un estancamiento y una recesión que propiciaron que la economía nacional no rebasara 2.5 por ciento de crecimiento en los pasados dos sexenios .
El crecimiento de 1.1 por ciento del PIB, que el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) dio a conocer el viernes pasado, representó menos de un tercio respecto de 3.5 por ciento previsto originalmente por el gobierno de Peña Nieto.
El IDEC destacó que el PIB de 2013 es el más bajo desde 2009, cuando la economía mexicana cayó 4.7 por ciento como consecuencia de la crisis financiera mundial. Pero además el 1.1 por ciento del año pasado sólo supera el PIB registrado en los periodos recesivos que ha tenido el país en los últimos veinte años: el ya mencionado 2009, pero también el correspondiente a 2006 cuando cayó 0.6 por ciento y el magro aumento de 0.1 por ciento de 2002.
El IDEC, que dirige José Luis de la Cruz, atribuyó la caída del PIB a dos problemas estructurales: la debilidad del mercado interno y la precarización de los sectores industrial y de servicio, originados a su vez por la fragilidad del mercado laboral, el aumento de la pobreza, la crisis de la industria de la construcción y el bajo valor agregado que se genera en la economía.
Ni siquiera la reforma laboral aprobada desde finales de 2012, antes de que iniciara el actual gobierno, contribuyó para generar más empleo porque no contó con un marco de crecimiento adecuado y, apuntó, al final sólo se registraron 463 mil nuevos empleos frente a 32 millones de personas que trabajan en la informalidad.
Parte del bajo crecimiento se habría evitado con un programa de desarrollo industrial emergente y algunas de las causas de la desaceleración fueron el lento ejercicio del gasto público productivo y una contracción industrial provocada por la crisis en la construcción, que cayó 4.5 por ciento
.
Aunado a ello se desaceleró la producción y exportación de manufacturas por el bajo dinamismo de la economía de Estados Unidos, siguió el encarecimiento de los energéticos, la inseguridad y el incremento del déficit comercial de México con China.
Según el análisis del IDEC una estrategia avocada a la construcción de infraestructura y vivienda de interés social, la contención de los precios de los energéticos habría servido para aumentar la productividad de las manufacturas y contener la desaceleración económica.