Eduardo Robles Gil Orvañanos, nuevo director general de los Legionarios de Cristo, aseguró que la relación que tuvo con Marcial Maciel, fundador de la congregación que fue intervenida por el Vaticano desde 2010 por los escándalos de pederastia, no era cercana y aseveró que desconocía su doble vida, por lo que, al confirmarse los hechos experimentó un gran pesar y sufrimiento.

En entrevista que la legión subió a su página electrónica, el nuevo líder subrayó que pocas veces tuvo trato con Maciel, pues estuvo asignado algunos años a España y Brasil y que las veces que compartió encuentros con el fundador fue en reuniones de trabajo.

Estudié en Roma de 1977 al 1983 y en esa época él venía a Via Aurelia 677, estaba en la casa, pero no es que lo hiciera con tanta frecuencia. Durante mi tiempo de estudios en Roma, otro hermano legionario y yo buscábamos propiedades para poder construir el nuevo colegio. Nos tocó buscar el terreno para lo que hoy es el Colegio Mater Ecclesiae. A veces tuve reuniones con el fundador para informarle de este trabajo. Después dejé de trabajar directamente con él. Me fui a España durante dos años después de mi ordenación sacerdotal. Después a Brasil cuatro años. La siguiente vez que tuve más trato con él fue cuando fui administrador territorial en México durante dos años, pero no es que haya habido mucha cercanía, precisó en conversación con Benjamín Clariond, director de la Oficina Internacional de Comunicación de los Legionarios de Cristo.

Robles refirió que, al confirmarse los abusos de Maciel, Dios le concedió la gracia de perdonar y pasar la página para seguir trabajando por la congregación. “Desde que salieron las primeras noticias en 1997 me pregunté: ‘Si esto fuera cierto, ¿qué haría?’ Decidí desde mi oración y mi conciencia lo siguiente: Dios me llamó al sacerdocio en la legión. Si eso que se dice del fundador fuera cierto, yo seguiría siendo sacerdote legionario. En ese momento eso era una simple hipótesis”.

Sobre las víctimas de pederastia, Robles indicó que hay que entender a las víctimas de abuso: es una marca muy dolorosa (...) y no es nada fácil que se borre. Para muchos nunca se borra. Para mí fue doloroso y triste constatar las consecuencias de los hechos y nadie debería tomárselo a la ligera.