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En adaptación de González Mello, Tirano Banderas se escenifica en el Teatro Julio Castillo

Ofrecen un retrato actual del arquetipo y carácter contradictorio de la tiranía

Refleja al gobernante que entrega un país a empresas extranjeras y es nacionalista, dice el dramaturgo

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Elenco del montaje de la obra de Ramón del Valle Inclán, con actores de Argentina, Venezuela, España y MéxicoFoto Javier Naval
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de febrero de 2014, p. 6

La célebre novela Tirano Banderas, de Ramón del Valle Inclán (1866-1936), es puesta en escena con la adaptación del dramaturgo mexicano Flavio González Mello y dirección del catalán Oriol Broggi,

La finalidad es hacer un retrato contemporáneo del arquetipo y carácter contradictorio de la tiranía.

Con un elenco integrado con actores de Argentina, Venezuela, España y México, el montaje se estrenó y tuvo una temporada de dos meses en el Teatro Español en Madrid. Ahora se presenta en México, en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, para luego iniciar una gira por algunas ciudades de la República Mexicana y varios países de América Latina.

Publicada en 1926, la novela narra la caída del dictador Santos Banderas, quien gobierna de modo despótico y cruel la ficticia región de Santa Fe de Tierra Firme. Junto a él está una corte de aduladores y un ejército poco fiable. En otro bando está la tropa revolucionaria unida más por el odio al tirano que por un programa político. Y por otro están los gachupines y el cuerpo diplomático, que aún conserva gran influencia política y económica en la región. Manteniéndose en el poder gracias al terror y a la opresión, la obra describe el comportamiento del tirano y el comienzo de un movimiento revolucionario que acabará por derrocarlo ante su torpeza y en un momento en que la desesperación de las personas ha rebasado todo límite.

Viaje sicotrópico

De acuerdo con González Mello, la temática de la obra es muy vigente y por ello aún le tiene mucho que decir a los países de América Latina y España.

Según el país donde se presente el montaje, explicó el dramaturgo, los espectadores distinguirán una u otra cosa. Un mexicano, por ejemplo, encontrará que el autor se basó de manera muy clara en tres personajes de nuestra historia: Porfirio Díaz, Victoriano Huerta y Álvaro Obregón.

La puesta en escena intenta reflejar el carácter contradictorio del arquetipo de la tiranía. A un hombre que no es en su totalidad un villano, tampoco el héroe como él pretende presentarse mediante sus discursos y la prensa.

Uno de los aspectos interesantes, destacó González Mello, es cómo el tirano se justifica a sí mismo como un mal necesario, al estilo de Porfirio Díaz. Que justifica el por qué debe haber alguien que permanezca en el poder. Lo mismo se refleja a un tipo de gobernante que entrega el país a las empresas extranjeras, pero al mismo tiempo se considera un nacionalista y defensor de los indígenas. Son ese tipo de contradicciones que vemos en en nuestro país, pero que también forman parte de nuestro ser iberoamericano.

Para la adaptación, González Mello tomó como punto de vista narrativo al personaje de la prostituta biomagnética que lee el pensamiento. En una especie de juego con el tiempo, lo que acontece es narrado por esta médium que se encuentra en trance, sin aclarar si se trata de un acontecimiento del pasado, presente o futuro.

Asimismo, se propuso narrar la historia a través del distorsionante efecto de las drogas que consumen los personajes. La historia se cuenta como si fuera un gran viaje sicotrópico, además de que se incluyó a Valle Inclán en una de las escenas, jugando con la idea de su viaje a México.

Con un elenco integrado por Emilio Buale, Carles Canut, Pedro Casablanc y Susi Sánchez, de España; Joaquín Cosío y Emilio Echevarría, de México; Vanesa Maja y Mauricio Minetti, de Argentina y Rafa Cruz, de Venezuela, la puesta en escena, es el primer espectáculo del proyecto internacional Dos Orillas, instrumentado en coproducción con Teatro Español, el Instituto Nacional de Bellas Artes, por conducto de la Coordinación Nacional de Teatro, el Teatro Solís de Montevideo, Uruguay, el FIT de Bogotá, Colombia, el Teatro Sucre de Quito, Ecuador y el FIT de Caracas, Venezuela.

De Tirano Banderas sólo se efectuarán 11 funciones. Anoche fue la primera y terminarán el 16 de febrero, martes, miércoles, jueves y viernes, a las 20 horas; sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.

El teatro Julio Castillo se ubica en el complejo cultural de Paseo de la Reforma y Campo Marte, atrás del Auditorio Nacional.

Entre las ciudades y países donde se presentará están San Luis Potosí, León y Puebla; posteriormente tendrá funciones en Uruguay, Venezuela y culminará en el Festival de Teatro de Bogotá, en abril.