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Exhibirán en el festival de Cannes la producción mexicana de Diego Quemada-Diez

“La jaula de oro busca lograr impacto contra el racismo”

Estuvimos a punto de ser secuestrados, pero si los migrantes se arriesgan, ¿por qué nosotros no?: el realizador

Se trata de un filme poético, afirma la productora Inna Payán

Tres adolescentes que no son actores fueron elegidos para protagonizar la ópera prima del español

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Inna Payán, productora; Brandon López, protagonista; el realizador Diego Quemada-Diez, y Karen Martínez, actriz, durante la presentación de la cintaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Martes 14 de mayo de 2013, p. 9

En Guatemala “las oportunidade son escasas. La gente de allá está afectada por el consumismo. Está absorbida por ese sistema que le hace olvidar su cultura y su raíz. A los migrantes que llegan allá (Estados Unidos) –si es que llegan– se les olvida todo y sienten vacío”, comenta Karen Martínez, adolescente elegida entre miles para protagonizar la película La jaula de oro, ópera prima de Diego Quemada-Diez, que se exhibirá la próxima semana en la sección oficial Una Cierta Mirada, en el Festival de cine de Cannes.

Ocho años de investigación invirtió el realizador de origen español para rodar esta historia épica, poética (calificada así por la productora del filme, Inna Payán), cuyo objetivo es lograr impacto social contra el racismo, como apuntó Quemada-Diez, quien califica su trabajo de algo cercano al neorrealismo.

La jaula de oro, que se filmó en locaciones de Guatemala, Estados Unidos y en las entidades mexicanas de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Morelos, estado de México, Jalisco, Michoacán, Sonora y Baja California, tiene también como protagonistas a Juan (Brandon López), y a Chauk (Rodolfo Domínguez), dos adolescentes que dejan sus lugares de origen, el primero en Guatemala y el segundo en Chiapas para buscar un mejor futuro y perseguir sus sueños en el país del norte. Mediante los obstáculos en su viaje (que realizan en el tren La Bestia), aprenden el valor de la amistad.

La realidad, sin pretensiones

La productora Inna Payán dijo que nunca me había sentido tan afortunada de pertenecer a un proyecto como este. La cinta tiene dos cosas: una es el alma y la otra es que es de un autor. Además, se conjuga la realidad del país con unos fabulosos muchachos. Retratamos algo que está muy visto, pero de otra forma. La película no tiene pretensiones; no trabajamos con parafernalia, pero puede reflejar la realidad, aunque de una manera muy poética. Sabemos que el país está medio convulsionado, que los mexicanos tratan muy mal a sus migrantes, y de esa realidad brutal se habla, aunque de una forma esencial. Por eso la película tiene alma. De unos 15 proyectos en los que he estado, este es uno de esos a los que les veo mucha esencia.

Cuenta el director que la génesis de la historia viene desde Sinaloa, donde se hizo amigo de un taxista que lo acogió en su casa durante unos meses. El sitio está cerca de unas vías por las que pasa el tren que transporta migrantes, quienes tocan en la puertas para pedir comida. Sintió esa empatía por lo que vivían estas personas.

A partir de unos 600 testimonios se construyó el drama del guión. Todo lo que se ve en la cinta son eventos que nos contaron y que sí ocurrieron. Todo este problema es consecuencia de un muro que divide a seres humanos. La apuesta era trabajar con actores naturales en locaciones reales, hacer algo cercano al neorrealismo. Para ello hicimos un taller de actuación para preparar a los jóvenes, cuenta Quemada-Diez, quien fue asistente del inglés Ken Loach en la cinta Land and Freedom, y de quien, dijo, aprendió a realizar un cine humano, a nivel de los ojos.

En La jaula de oro participaron como extras más de 600 migrantes reales en tránsito hacia Estados Unidos. En ocasiones fuimos casi secuestrados; a veces incluso nos sacaron una pistola, pero al final, si sabíamos que los migrantes se arriesgaban, por qué nosotros no lo íbamos a hacer, si queríamos contar esta historia, afirma el realizador, quien estuvo apoyado por un importante equipo creativo, como la cinefotógrafa María Secco, la preparadora de actores Fátima Toledo, la diseñadora de vestuario Nohemí González, el documentalista Everardo González y los músicos Leonardo Heiblum y Jacobo Lieberman. La producción es también de Luis Salinas y Edher Campos.

La película, que se presentará en el certamen de la Costa Azul el próximo miércoles 22 de mayo, es una historia de personajes en el contexto de la migración, aseveró por su parte Luis Salinas.

Los migrantes desafían la legalidad para ayudar a sus familias porque nadie más está haciendo algo. Son unos héroes, agregó Quemada-Diez. Tratamos de humanizarlos, narrar los efectos de estos seres humanos, pero tampoco idealizarlos totalmente. Son gente que se está jugando la vida y eso es un acto heroico, agregó el cineasta, quien asegura que el largometraje es una mezcla de documental y ficción. La idea fue contarlo con niños para que el impacto emocional fuera más fuerte.

Para otro de los protagonistas, Rodolfo Domíguez, aunque nuestra lengua o nuestra cultura sean diferentes, los humanos somos uno solo. Buscamos el bienestar en la existencia, pero no sabemos si en el camino (que hacen los migrantes) hay sufrimiento, expresó el chiapaneco en tzotzil, por medio de un intérprete, pues no habla español.

A su vez, Karen Martínez representa a las miles de mujeres que además de los peligros comunes a todos los migrantes enfrentan abusos sexuales y trata de personas.

Por su parte, Brandon López dice que para ganar hay que sufrir. En este viaje supimos lo que viven los migrantes, las cosas peligrosas. Brandon está orgulloso de este trabajo, porque somos un reflejo de muchos que buscan mejoría, que sufren por buscarla, porque en su país no la encuentran.

La jaula de oro fue realizada por Animal de Luz Films y por Machete Producciones, y aún no tiene fecha de estreno en México.

La sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes ya fue ganada por un filme mexicano, Después de Lucía, de Michel Franco (2012). En esta sección también han competido, del mismo país, Miss Bala, de Gerardo Naranjo (2011); El violín, de Francisco Vargas (2006), y Sangre, de Amat Escalante (2005).