El estadunidense llega con las manos vacías en torno al control del flujo de armas
Jueves 2 de mayo de 2013, p. 15
Nueva York, 1º de mayo.
El presidente Barack Obama llega a México este jueves aceptando el cambio de discurso para elevar el tema económico sobre el de seguridad, impulsado por el gobierno de Enrique Peña Nieto, a pesar de inquietudes por la futura dirección de la cooperación antinarcóticos, y sin el regalo de una nueva ley de control de armas de fuego, luego de que la Casa Blanca sufrió una de sus peores derrotas políticas en este rubro.
Por ahora, el orden de los temas que se abordarán durante este cuarto viaje de Obama a México, según la versión oficial, es: relación comercial/económica, inmigración/control fronterizo y seguridad/antinarcóticos, o sea, al revés de los últimos seis años.
Cambio de discurso
Desde Washington el mensaje oficial es el de siempre –cooperación entre dos socios
–, aunque Obama se refirió al cambio de discurso en conferencia de prensa en la Casa Blanca el martes.
Mucho del enfoque va a ser sobre la economía. Hemos dedicado tanto tiempo a temas de seguridad entre Estados Unidos y México que a veces pienso que nos olvidamos que este es un socio comercial masivo, responsable de enormes montos de comercio y un enorme número de empleos en ambos lados de la frontera.
Desde que Peña Nieto fue electo –y luego cuando inició su gestión–, funcionarios del gobierno de Obama y agencias de inteligencia, seguridad y militares no han ocultado su preocupación por los posibles ajustes en la cooperación antinarcóticos.
En los últimos días, The Washington Post, Los Ángeles Times, The New York Times, The Wall Street Journal y otros medios han citado fuentes oficiales aquí expresando que aún no cuentan con información detallada sobre la estrategia antinarcóticos y de cooperación bilateral, aunque ya se realizaban lo que uno llamó cambios estructurales
en materia de seguridad.
Hace dos semanas funcionarios mexicanos encargados de asuntos de seguridad anunciaron a sus contrapartes que la coordinación de inteligencia con Estados Unidos se manejará a través de una sola ventanilla
: la Secretaría de Gobernación.
Según The Washington Post, México ha decidido que los agentes de la DEA y ex militares estadunidenses que han trabajado hombro a hombro con contrapartes mexicanas en los llamados centros de fusión
de inteligencia, como el que está en Monterrey, tendrán que retirarse.
The New York Times reportó: funcionarios aquí ven los cambios como una manera de minimizar la participación estadunidense y manejar la imagen de la violencia, más que enfrentarla con estrategias claras
. Uno comentó que lo más importante para el nuevo gobierno es la cosmética
en torno a este rubro.
Ante los posibles cambios, Obama, en su conferencia de prensa el martes, se limitó a comentar que en su primera conversación con Peña Nieto, cuando visitó la Casa Blanca a finales del año pasado como presidente electo, “me indicó que continúa preocupado sobre cómo podemos trabajar juntos para enfrentar los cárteles de droga trasnacionales”.
Agregó que muchos de los cambios en México tienen que ver más con el manejo interno de asuntos de seguridad pública, no con la relación con Estados Unidos, y por tanto no voy a juzgar ahora cómo alterará esto la relación entre ambos países hasta que escuche directamente de ellos lo que están intentando lograr exactamente
.
Obama enfatizó los grandes avances en coordinación y cooperación entre nuestros dos gobiernos durante los últimos años
, pero consideró que las cosas pueden ser mejoradas
.
Ben Rhodes, encargado de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de la Casa Blanca, dijo hoy a reporteros en teleconferencia en torno a la cooperación en seguridad: estamos trabajando con los mexicanos sobre cómo cooperaremos
, y que es normal que un nuevo gobierno evalúe estos programas: le damos la bienvenida a ese diálogo
.
Obama llegará sin poder ofrecer algo que ha sido una demanda universal en México: mayor control del flujo de armas de fuego.
La derrota hace sólo dos semanas de una iniciativa de ley en el Congreso que imponía mayores restricciones a su venta y limitaba la capacidad de algunas armas automáticas, fue un grave golpe contra el presidente.
Obama abordará el tema de la reforma migratoria que, por ahora, avanza por el Congreso con esperanzas de que podría ser aprobada este mismo año.
Pero más allá de eso, la visita será de cierta manera un regreso al futuro. El tema principal, públicamente, será el comercio y la cooperación económica; o sea, el tema más importante hace 20 años con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Sin embargo, The Wall Street Journal señala que los estadunidenses están interesados en los planes del gobierno mexicano para abrir el sector petrolero a la participación extranjera por primera vez desde 1938, indicando que las aguas mexicanas en el Golfo ofrecen potenciales beneficios y una nueva fuente de crudo para empresas estadunidenses con capacidad de perforación a profundidad.
Para Andrew Selee, del Centro Woodrow Wilson, la razón principal de la visita es una oportunidad para que los dos mandatarios se reúnan y establezcan parámetros de cooperación
. Indica que además de los temas de siempre, es probable que la educación sea incorporada por primera vez en la agenda.
Ambos presidentes y sus equipos tendrán un ojo sobre la percepción pública de su relación. A pesar de meses de promover la imagen positiva de un país que avanza con prometedor futuro económico, la percepción de México entre los estadunidenses se ha deteriorado.
En la encuesta de Gallup más reciente sobre el tema, en febrero, 49 por ciento tenía una perspectiva desfavorable de México (47 la tenía favorable).
Una encuesta del Consejo de Chicago sobre Asuntos Globales y el Centro Woodrow Wilson en abril registró que la percepción pública favorable de México está en su punto más bajo en estas encuestas desde 1994 [el sondeo completo].
A su vez, según la encuesta más reciente del Centro de Investigación Pew, la tendencia en México es la opuesta, donde más ciudadanos (dos tercios) tienen una opinión favorable de Estados Unidos, un incremento de 10 puntos desde hace un año, y 51 ahora cree que Washington toma en cuenta los intereses de su vecino en su política exterior, comparado con sólo 40 por ciento que lo pensaba hace un año.