Apremian especialistas a instrumentar estrategias para frenar la tendencia
En 2030 México podría subir al séptimo puesto mundial en incidencia; hoy está en el décimo
Jueves 28 de marzo de 2013, p. 36
El sobrepeso, la obesidad y la diabetes comienzan a ser una seria problemática entre los adolescentes. Datos oficiales muestran que uno de cada tres jóvenes de entre 12 y 19 años presentan obesidad o sobrepeso, además que las cifras de individuos enfermos de diabetes en este rango de edad han aumentado exponencialmente durante la década anterior.
En el artículo Sobrepeso y obesidad en el niño y el adolescente
, Raymundo Paredes Sierra, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirma que de no establecer estrategias adecuadas que detengan el avance de esos males entre los menores, enfermedades como la hipertensión, cardiopatía isquémica, infarto al miocardio, dislipidemia, diabetes, patología músculo-esquelética y algunas neoplasias, cobrarán numerosas víctimas.
Aunado a ello, se debe considerar el costo que tendrá para los sistemas de salud pública atender a quienes presenten estos padecimientos, pues deberán recibir tratamiento de por vida para aliviar las enfermedades asociadas a la obesidad. Se trata de jóvenes que antes de cumplir 30 años tendrán severos problemas de vista o quizá hasta ceguera permanente, derivados de la diabetes.
Estimaciones de la Federación Mexicana de Diabetes asientan que actualmente México ocupa el décimo lugar mundial con personas enfermas de ese mal, pero para 2030 podría subir al séptimo puesto.
La información, dada a conocer en el portal electrónico de Fundación UNAM, revela que en el país cada hora se diagnostican 38 nuevos casos de diabetes; cada dos horas mueren cinco personas a causa de complicaciones originadas por esa enfermedad; de cada 100 diabéticos es 14 presentan alguna complicación renal; 30 por ciento de los problemas de pie diabético termina en amputación, y de cada cinco pacientes con ese mal dos desarrollan ceguera.
Para el especialista, sólo mediante programas de salud efectivos que generen conciencia, de políticas gubernamentales enérgicas en el tema y de campañas de educación y concientización se podrá alcanzar un cambio significativo para contrarrestar esta enfermedad.
Por su parte, Carolina Escobar, investigadora del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina, indica que en los pasados cinco años se han realizado investigaciones en varias naciones (Estados Unidos, Bélgica, Francia y Japón) que evidencian que, después de una noche de desvelo o de no haber tenido un sueño reparador, las personas suelen despertar con mucha hambre, en particular de comida rica en carbohidratos.
Con base en eso, existe evidencia para pensar que el cansancio físico causado por dormir mal hace que los niveles de algunas hormonas que normalmente generan saciedad, como la leptina, bajen y que, por tanto, las personas experimenten gran apetito al día siguiente.
La académica agrega que en otros análisis epidemiológicos a largo plazo se formaron grupos de jóvenes, según la calidad de sueño que presentaban: quienes dormían poco, mal, bien o suficiente. Al cabo de 10 años de seguimiento, los investigadores encontraron que los que decían dormir poco o mal habían desarrollado sobrepeso y afecciones metabólicas.
Junto con su equipo, Escobar trabaja en el proyecto de investigación titulado La calidad y la cantidad de sueño como factores determinantes de obesidad. Una propuesta para detectar y prevenir el sobrepeso y la obesidad en la población del Distrito Federal, con el fin de dar seguimiento a los patrones del sueño entre los capitalinos y analizar su posible relación con presencia de sobrepeso. Esto porque en México no hay estudios que se dirijan a atender esa conexión.
Con el severo problema de obesidad que enfrenta el país, urge esa revisión. Dormir mal podría ser un factor que promueva las ganas de comer, a lo largo del día, galletas, papas fritas, dulces, es decir, alimentos que engordan, comida chatarra
.