El escritor sinaloense lleva su novela Nombre de perro a la tercera Feria del Libro UANLeer
Cuentan lo que necesitan contar, en su acercamiento a una realidad que no es pasajera, señala
La violencia en el país abruma la intimidad de las ciudades, asegura a La Jornada
Viernes 15 de marzo de 2013, p. 4
Monterrey, NL, 14 de marzo.
La crónica periodística en América Latina, sobre todo en torno a temas de violencia y conflictos sociales, es bastante fuerte, existe una generación de cronistas jóvenes muy poderosos, con una gran conciencia no sólo del periodismo, sino social, muy profunda. Cuentan lo que tienen que contar, son útiles en su acercamiento a una realidad que no es pasajera
, considera el escritor Élmer Mendoza (Culiacán, 1949).
El autor se encuentra en esta ciudad para presentar, en la feria universitaria del libro de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), su novela Nombre de perro (Tusquets Editores), protagonizada de nuevo por el detective Édgar El Zurdo Mendieta, quien, una vez más, se inmiscuye en las redes del narcotráfico para ayudar, en esta ocasión, a la jefa del cártel del Pacífico.
Voces no silenciadas
En entrevista con La Jornada, Élmer Mendoza señala que, no obstante que algunos periódicos en el norte del país han decidido no publicar noticias acerca de la delincuencia organizada por cuestiones de seguridad, ello no silencia las voces de los reporteros que siguen haciendo su trabajo “a través de crónicas muy importantes para lo que es la historia contemporánea del país. Historias que no sólo se publica en medios escritos o a través de formatos electrónicos, sino que están pasando al libro, el cual tiene otra ruta de viaje y la posibilidad abierta de llegar a todo el mundo.
“Los novelistas –señala– complementamos el panorama al expresar otra visión del mismo hecho. Ambas cosas van paralelas. Me gusta mucho el trabajo que hacen los periodistas, sobre todo en torno a los problemas concretos del país y espero que cada vez sean más los que se inclinen a contar lo que pasa, pero también que no abandonen esa tradición de narrar la intimidad de las ciudades.
Ese aspecto sí siento que se encuentra abrumado por la realidad violenta. Se han abandonado las crónicas que antes nos contaban cómo nos divertíamos, qué comíamos, cómo eran nuestras fiestas. Hace 40 años leí una crónica de una familia que vivía en un panteón en Veracruz, y siempre la recuerdo. No está mal que recuperemos la crónica de lo cotidiano, al lado de todo lo demás. Se enriquecería no sólo el periodismo, sino la novelística.
Élmer Mendoza reconoce que el periodismo escrito es una de las fuentes de donde se nutre su narrativa: de ahí puedo tomar lenguaje y otros aspectos, por ejemplo de las fotos; pienso que las más violentas son las de deportes, he visto imágenes increíbles por el contenido violento en el gesto provocado por la adrenalina y la tensión. Las recorto, las guardo y luego se las adjudico a algún personaje
.
Intensidad literaria
Respecto del auge en los años recientes de la llamada narcoliteratura, el narrador, quien también es dramaturgo y publicó su primera novela negra en 1999 con el título El asesino solitario, explica que si esa corriente fue sólo una moda, como algunos detractores opinan, “espero que al menos haya sido impactante, porque la única pretensión fue contar lo que sucedió y sucede en un tiempo de nuestro país. Es peligroso que existan quienes quieren denostar esos relatos, incluso al decir ‘qué exagerados’; se trata de novelas que surgieron de la enorme cantidad de muertos que hubo, y de la gran cantidad de declaraciones increíbles que hacían los funcionarios, desde el Presidente hasta los secretarios; cosas que no podías creer.
“Son relatos que surgen a partir de la indignación y la reflexión, y siempre habrá novelas que tengan la calidad suficiente para decantarse con los años. Escritores de todo tipo somos los que hacemos la literatura mexicana.
“En Europa representamos a Latinoamérica, nuestro género lo han calificado de novela social, después de los maestros del boom. En Alemania están ya pendientes acerca de los autores mexicanos a los que hay que traducir, les interesa esa intensidad, estamos llamando la atención no sólo por los temas, sino por las formas de narrar.”
Nombre de perro es una novela acerca de la guerra, en la que están presentes los mecanismos políticos, económicos y militares, pero también los aspectos humanos, porque los malos a veces tienen momentos buenos y viceversa. No hay nadie químicamente puro
, concluye Mendoza.