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Venezuela: El homenaje
Eternizan a Chávez

Su cuerpo, al Museo de la Revolución

Tras las exequias, estará 7 días más en la Academia Militar para que el pueblo lo despida

El cadáver será embalsamado, como los de Ho Chi Minh, Lenin y Mao, anuncia Maduro

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Miles de venezolanos visitaron ayer la Academia Militar, en Caracas, para rendir homenaje al fallecido presidente Hugo ChávezFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Viernes 8 de marzo de 2013, p. 2

Caracas, 7 de marzo.

Para que el pueblo pueda verlo eternamente, el cuerpo de Hugo Chávez será embalsamado. Como Ho Chi Minh, Lenin y Mao, anuncia esta tarde el presidente encargado Nicolás Maduro, quien añade que la finalidad es que quede abierto eternamente, para que el pueblo pueda tenerlo ahí por siempre, en su Museo de la Revolución, en una urna de cristal.

No es exactamente así, porque luego se precisa que los restos del presidente permanecerán en la Academia Militar durante siete días más, con el propósito de que las decenas de miles de venezolanos que bajaron de los cerros, viajaron desde los llanos o dejaron sus pueblos petroleros puedan dar el último adiós a nuestro comandante.

Luego se llevará a cabo el traslado de la urna de cristal al Cuartel de la Montaña, el antiguo Museo Histórico Militar, lugar desde el cual el teniente coronel Chávez dirigió las operaciones del golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, que resultó fallido.

Mientras eso ocurre, tremendos ríos humanos inundan el Fuerte Tiuna durante todo el día. Las filas son de kilómetros y la espera hasta de más de 12 horas. Hay tanta gente que la Policía Nacional bolivariana pierde por momentos el control. Muchos se van, frustrados, pero muchos más siguen llegando.

Frente a esa situación, Maduro aparece en pantalla para calmar los ánimos e informar que una vez que se despida a las numerosas delegaciones extranjeras y a las decenas de jefes de Estado que vienen al funeral, el pueblo tendrá tiempo para la despedida. Luego, los restos serán llevados al cuartel ubicado en el barrio popular 23 de Enero, bastión del chavismo. Eso, mientras llega el momento de dar otros pasos que el pueblo ha pedido.

En días recientes la consigna popular, de la que se han hecho eco altos mandos del chavismo, ha sido ¡Chávez al Panteón, al lado de Simón (Bolívar)!

De mausoleos y disciplina

En el Panteón Nacional reposan los restos de 140 próceres de la independencia, además de intelectuales y políticos de distintas épocas. En años recientes, a espaldas de esa edificación se construye un mausoleo, al cual Chávez pretendía trasladar los restos del libertador Simón Bolívar. La inauguración del recinto, prevista para diciembre de 2011, fue pospuesta tres veces más y hasta ahora los restos de Bolívar no han sido movidos a la estructura de 50 metros de altura, coronada por una escultura que semeja una flor, dedicada esta última a Manuela Sáenz, la pareja del padre de la independencia venezolana.

La Constitución establece que los restos de un venezolano que haya prestado importantes servicios a la nación pueden hallar cobijo en el Panteón Nacional sólo 25 años después de ocurrida su muerte.

La regla, naturalmente, puede cambiar, si el chavismo convence a algunos opositores de modificar el texto constitucional para tal efecto. O si se sigue la sugerencia que el ex ministro de Información, Andrés Izarra, suelta en las redes sociales: Cuando elijamos a Maduro, también consultemos al pueblo si quiere #ChavezAlPanteon.

Y luego dicen que los de la oposición somos los necrofílicos, comienza a circular el mensaje en las redes sociales. Ahí mismo se expresa el historiador Elías Pino Iturrieta, articulista del opositor diario El Nacional: ¿Quién irrespeta el duelo? ¿Quién se burla del cadáver? ¿Quién convierte la muerte en un bochinche lamentable?

Para la oposición, la suerte de la momia de Lenin no enseñó nada, o los chavistas quieren prolongar el efecto duelo, con la mirada puesta en su primera elección sin Chávez.

Él no ha muerto

Rosa Gallegos, una mujer mayor que lleva seis horas en la fila, no tiene duda de que los restos de Chávez merecen el descanso eterno al lado de Simón Bolívar: Chávez es nuestro segundo libertador, y va a seguir siéndolo, porque él no ha muerto.

Detrás de ella, Miriam Cequea, joven trabajadora de Petróleos de Venezuela, dice que aun sin Chávez sus ideales seguirán vivos: Él era muy sabio, siempre encontraba la forma de mantener el equilibrio y por eso puso como sucesor a Nicolás.

Ni Miriam ni Rosa pueden dar el adiós al comandante en jefe. Al menos no este día. Hay varias filas y demasiada gente. El salón de la Academia Militar ya se mira cerca, pero de pronto muchas personas comienzan a salir, desesperadas por los apretujones, al grito de ¡esta vaina es un desorden! Los que siguen formados se unen en un grito: ¡Disciplina, disciplina!, pero no consiguen que la fila avance.

¡Señora, devuélvase con esa niña!, grita una mujer mayor a dos jóvenes madres que avanzan penosamente entre la multitud. Les explica que más adelante todo es un desorden, que ya tumbaron unas vallas, que no hay fila que valga. Ellas siguen adelante, como otros que escuchan la advertencia, pelan los ojos dos segundos y siguen su camino.

Muchos son los sorprendidos con el tamaño de la respuesta popular, con el fervor de la gente que quiere mirar los restos de Chávez. Los primeros, si uno se atiene sólo a las palabras de Nicolás Maduro, están en el mismo gobierno, pues todas las previsiones fueron insuficientes.

Los que logran ingresar tienen prohibido hacerlo con banderas, botellas y otros objetos y deben, además, quitar las baterías a sus teléfonos celulares.

Frente al ataúd, los ciudadanos sólo tienen unos cuantos segundos.

El cuerpo yace en un cajón de madera, con su traje verde olivo, corbata negra y su emblemática boina roja. Sobre su vientre, una banda roja lleva bordada la palabra Milicia, en letras doradas.

De arañero a líder mundial

Con todo, la larga espera permite que se armen discusiones sobre el legado de Chávez.

Negli Colina, un ingeniero petrolero que vino desde Paraguaná, lo pone así: “Su logro mayor fue la política de integración. Ya para que lo diga Juan Manuel Santos…”

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y otras iniciativas del desaparecido presidente desfilan en el análisis de Colina. A su alrededor todos asienten, mientras una pequeña multitud de jefes de Estado y delegaciones extranjeras va llegando de a poco para participar en las exequias.

Raúl Castro hace el saludo militar frente al féretro. Cristina Fernández de Kirchner anuncia que deja a su canciller, Héctor Timerman, porque ella ya se despidió del amigo. Evo Morales y José Mujica siguen aquí. El chileno Sebastián Piñera y el príncipe Felipe de Borbón completan el cuadro de los hispanohablantes. Dilma Rousseff llega con su antecesor Lula da Silva.

El canciller Elías Jaua, de quien ya se dice que podría volver a la vicepresidencia, anuncia que asistirán 33 jefes de Estado y de gobierno de Asia, África, América Latina y el Caribe. También, decenas de cancilleres y delegaciones de otros países, algunos europeos, así como representantes de organismos multilaterales.

Presencias destacadas serán, este viernes, la del presidente iraní Mahmud Ajmadineyad, el bielorruso Alexander Lukashenko. Vladimir Putin, informa Maduro, enviará una delegación del más alto nivel.

Los mandatarios extranjeros se habrán ido cuando continúe la polémica sobre el embalsamamiento de Hugo Chávez y el interminable desfile de venezolanos que quieren darle el adiós.

Desde el Palacio de Miraflores, el extinto presidente podía ver todos los días el Cuartel de la Montaña: Casi todos los días en la mañana me asomo al balcón del pueblo o por allá, por otra ventana, y veo el Cuartel de la Montaña; así lo llamé para mí mismo. Primera vez que lo digo a alguien, que me sale del alma, el Cuartel de la Montaña, porque de ahí vengo, de aquella madrugada, le dijo al político y periodista José Vicente Rangel en una entrevista, hace seis años.

En medio de los honores, la prensa venezolana recuerda que varias veces Chávez expresó su deseo de ser sepultado en su pueblo natal. En un libro de memorias titulado Cuentos del arañero (porque de niño vendía arañas, una golosina a base de papaya), lo dijo así: Cuando yo muera quiero que me lleven allá, a ese pueblo que es Sabaneta de Barinas, y me conformaré con una cosa muy sencilla, como la abuela Rosa Inés.