Clama el país por ayuda privada para revertir el deterioro de sus bienes artísticos
Emergencia arqueológica en Pompeya, derrumbes en el Coliseo de Roma, Venecia devorada por las aguas y cierre de teatros, secuelas de la falta de visión
de los gobiernos, dice funcionario
Viernes 13 de abril de 2012, p. 3
Roma, 12 de abril. Derrumbes en el Coliseo de Roma, emergencia arqueológica en Pompeya, Venecia devorada por las aguas, cierre de teatros históricos, cine en crisis: Italia clama ayuda urgente ante el deterioro de su inmenso patrimonio histórico, artístico y cultural.
Cuarto destino turístico mundial después de Francia, Estados Unidos y España, Italia es uno de los países con mayor número de sitios declarados Patrimonio Cultural por la Unesco.
Heredera de múltiples culturas a través de los siglos, desde la época del imperio romano pasando por la Edad Media, el Renacimiento, los estados pontificios, ese patrimonio se encuentra en peligro por el peso de una colosal deuda pública, una economía en recesión y los recortes presupuestarios decididos en los dos años anteriores por medio de varios planes de austeridad.
Como su economía, importantes monumentos históricos de la península se han agrietado y erosionado gravemente por la falta de recursos para mantenerlos y preservarlos, pese a estar entre los más visitados y admirados de Europa.
Entre ellos figura el imponente Coliseo de Roma, por lo que el gobierno lanzó una licitación para involucrar al sector privado en la restauración de uno de sus monumentos más célebres, de 2 mil años de antigüedad. La salvación en este caso podría venir de la mano de los privados, mientras para Pompeya la esperanza reside en un proyecto financiado por la Unión Europea con 105 millones de euros para la conservación del área arqueológica afectada por derrumbes.
La llegada del rey del calzado, el italiano Diego della Valle, fundador de la firma de lujo Tod’s, como mecenas moderno
, prometió invertir 25 millones de euros para la restauración del Coliseo, lo que genera controversia.
Los trabajos de restauración no han podido comenzar, se han denunciado irregularidades, la fiscalía abrió una investigación y por ahora esa opción resulta complicada y lenta, por lo que Della Valle amenazó el pasado 12 de enero con retirarse del proyecto.
El gobierno liderado por Mario Monti, le pidió que no renunciara al proyecto y lo pensara hasta cuando termine la investigación.
Para el empresario, Italia es emblema de belleza y calidad, y considera que el prestigio de su producto está íntimamente relacionado con el país, por lo que sostiene que no ha pedido nada a cambio de la restauración del Coliseo.
Cultura y turismo, de la mano
Nuestro patrimonio está hecho pedazos
, admitió en una charla con la prensa extranjera Mario Resca, el controvertido director general del Ministerio de Cultura italiano desde hace tres años y medio, quien proviene del mundo empresarial, al haber manejado por 12 años McDonald’s Italia.
Para Resca, la riqueza monumental italiana, que atrae cada año a unos 45 millones de visitantes, es clave para reactivar la economía.
Cultura y turismo caminan de la mano juntos
, sostiene, mientras critica la falta de visión
de los gobiernos al recortar los fondos a la cultura.
El Estado italiano otorga tan sólo 0.21 por ciento de su presupuesto a la cultura, contra uno por ciento de Francia, que posee un patrimonio mucho menor. Los mil 800 millones de euros del presupuesto apenas alcanzan para cubrir los gastos, por lo que prestigiosas entidades como La Scala y el Piccolo Teatro, de Milán, se enfrentan a recortes de unos 17 millones de euros.
El Fondo Único para el Espectáculo, que financia los teatros italianos, perdió 50 por ciento de su presupuesto entre 2010 y 2011, y sólo en la ciudad de Roma 31 teatros corren el riesgo de cerrar; dato escalofriante.
El renombrado mundo del cine italiano denunció este año los recortes que ha sufrido y la cancelación de numerosos proyectos, entre ellos varios documentales no comerciales
.
Hay algo que no funciona en este país. No sabemos producir dinero con nuestra cultura
, constató con amargura el escritor Umberto Eco en una carta abierta publicada el año pasado.